
LA VIDEOLLAMADA
Entre frase y frase, noté que su voz se hacía más lenta, más baja. También noté que mis ojos ya no se fijaban tanto en su boca cuando hablaba, sino en la forma en que mordía su labio entre palabra y palabra.

Abajo
Las palabras fluían, la cerveza también. Cada roce tuyo era una traviesa caricia que ardía… y no decía amén.

Bajo la mesa
Y entonces, sin más, se inclinó hacia mí, como para contarme un secreto. Me susurró algo al oído, algo que me hizo tragar saliva y sentir un cosquilleo eléctrico entre las piernas:—No sabes las ganas que tenía de volver a ver...

Una noche SW- Parte III
Sin decir una palabra, me empujó suavemente hacia atrás y se arrodilló frente a mí. Me acaricio las piernas con una calma deliciosa, y cuando me tuvo erecto ante ella, puso mi verga en su frente y su boca empezó a explorarme...

Entre juegos y secretos
Entre risas, miradas y pactos discretos, llegaste tú, huésped de nuestros secretos.

Una Noche SW- Parte II
La mujer, entre gemidos, me buscó con la mano y me acarició por encima. Agarró mi verga con fuerza, demostrando un control que me era nuevo. Me tocó firme, segura. Su palma cerrada, caliente, se movía sobre mí pene con una ur...

Una Noche SW- Parte I
Su frente se apoyó en mi cuello. Su boca encontró mi piel, su respiración se volvió más profunda. La sentía apretarse contra mí, temblar con cada embestida que venía por detrás.

Por qué una mujer mayor?
en un mundo donde muchas relaciones entre jóvenes están marcadas por la hiperconectividad, la validación constante y cierta ansiedad por el “qué somos”, la mujer madura suele operar fuera de ese circuito.

A ti, mujer de fuego lento
A ti, mujer de caderas que dictan sentencias, de senos como promesas que se cumplen con la boca llena de ansias, a ti, que caminas con la seguridad de quien ya ha probado todo… y aún quiere más.

¿Algún postre?
Ella intentaba disimularlo, pero yo lo sentía: la forma en que sostenía el tenedor, cómo cruzaba las piernas, cómo apretaba los labios carnosos con cada bocado. El deseo estaba ahí, como un perfume invisible que llenaba la ha...

La habitación ya está paga
—Cállate. No quiero palabras, quiero tu cuerpo —me dijo al oído, con ese tono grave que me derritió las piernas.