Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Poesía erótica 36 Vistas
Compartir en:

Tu desnudez vive en mí como una herida luminosa. No hay piel, ya no, pero la memoria insiste: me devuelve la tibieza de tu vientre, el temblor apenas perceptible en tus costillas al respirar, la curva solemne de tu espalda entregada. Te nombro sin voz, como si al pensarte pudiese rozarte, como si mi deseo pudiera atravesar la distancia y erigirse en presencia.

Tu cuerpo fue claridad, nunca exceso. Era verdad desnuda, sin adornos, y yo era un hombre temblando frente a esa evidencia, como quien contempla un mar inmenso sabiendo que jamás lo abarcará. Ahora que no estás, tu desnudez se vuelve más feroz, más ardiente: la multiplican mi hambre y mi imposibilidad. Me es imposible volver a hundir mi frente en tu cuello, imposible rodear con mis manos tu cintura. Y, sin embargo, ese límite es el que sostiene mi deseo, lo afila, lo enciende hasta lo insoportable.

Así permanezco: un hombre que se sabe expulsado de tu cuerpo, pero condenado a recordarlo. Y tu desnudez —esa que nunca volveré a tocar— me habita con más fuerza que cualquier carne viva.

Publica tu Experiencia

🍒 Pregunta Cereza

Imagina que una persona con curiosidad te dice: "Quiero explorar algo nuevo y no sé por dónde empezar ¿Qué experiencia íntima le recomendarías vivir al menos una vez en la vida? ¡Comenta!