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Como ya he comentado antes en esta página, hay varias Claudia en mi historia. Ambas maduras y muy sexuales. Hoy hablaré de la primera vez que tuve sexo anal con la Claudia que conocí en un chat, la que es soltera.
Un día como tantos, en que la arrechera nos ganaba, me llamo para que nos viéramos por Lourdes. Arreglé algunos asuntos y logré escaparme, a verme con esta mujer que me enloquece. En ese momento yo estaba entrando a los 20s y ella era mucho mayor, con una experiencia y sensualidad que hacia cada polvo un recuerdo imborrable. “tenemos mucha química” me repetía cada vez que me cabalgaba, y yo, feliz chupándole las tetas, asentía. Claudia es de piel canela, pelo corto negro, flaca y de cadera poderosas, muy culiona y eso me mataba. Por eso le corría, siempre que me decía, buscaba como verme con ella.
Nos encontramos cerca al motel de siempre, nos tomamos una cerveza y nos fuimos directo, con calma pero con el deseo en la piel. Entramos y me beso con fuerza, su lengua torpe me india la boca y eso me calentaba. Yo acariciaba su abdomen y apretaba sus nalgas mientras ella me quitaba la camiseta y me desabrochaba el pantalón, lo bajaba de un tirón y empezaba a masajearme la verga. Yo al tiempo le sobaba las tetas sobre la blusa y le metía el dedo índice en la boca, a lo que ella respondía con mucha sensualidad.
Ya con la verga dura, la garraba por la espalda y empezaba a desnudarla, a toquetearla, la tanga siempre se la dejaba puesta, porque me gustaba clavarla solo corriendo un poco su tanga, que en esta ocasión, era roja. Ya desnuda, empecé a besarle el cuello, mientras acariciaba sus tetas y rozaba mi verga en sus nalgas, el frio nos ganaba, así que me llevaba a la cama y me tiraba de espaldas, a ella le encantaba siempre sentarse sobre mí, rozar su caliente concha en mi pene, besarme y bajar para hacerme un oral muy muy ensalivado. Mi verga palpitaba en su boca, su lengua lamia mis huevos y yo solo podía gemir, rápidamente se levantaba, agarraba el tronco de mi pene y le ponía el condón, se abría lentamente los labios con la cabeza d mi verga y de un sentón quedaba clavada, era magia. Su movimiento siempre era lento, cadencioso, me tomaba de los hombros y me besaba, yo enviaba mi cara a sus tetas y las lamia, las mordía suave, las disfrutaba, ahí, ella separaba mis piernas, cerraba las de ella y con fuerza aumentaba la velocidad, nuestras caderas chocaban, pero la presión era deliciosa, mi verga era suya, nada podía evitarlo. Esa pose le encantaba, empezaba a gemir como loca y sus ojos se volteaban, yo respondía a la intensidad con la misma cadencia y nalgueándola fuerte, mi verga era suya, pero mis manos tomaban posesión de su cuerpo.” Ponte en cuatro, déjame darte duro” le dije al oído y ella acepto con una risa, acrobáticamente se puso en cuatro frente a mi y yo solo tuve que incorporarme, ponerme de rodilla y presenciar esas nalgas ya humedecidas del sexo que estábamos teniendo… pase mi verga entre sus nalgas, sobre su tanga, como nos gusta incitarnos, corrí la prenda solo un poco para ver la mojada conchita y meter dos deditos…ufff que deleite ese calor, que delicia su gemido. Normalmente hubiera sacado los dedos y los hubiera lamido, pero estaban tan mojados que decidí humedecer el botoncito que en otras ocasiones me había cautivado pero nunca me había atrevido a pedir…lo acaricie para humedecerlo y vi como su espalda se estremeció, me miro seria y no dijo nada, así que metí mi verga en su concha y empecé a clavarla como si nada, como a ella le gusta, cerro los ojos y se dedico a sentir la verga, pero yo ya estaba curioso, ya estaba motivado. Mis manos pasaron de su cintura a su nalgas, a apretarlas duro y cachetearlas, normalmente estaría aferrado a sus tetas, pero hoy no, hoy era todo culo, lo acariciaba, lo golpeaba, abría sus nalgas para que mi verga entrara mejor y ella, experiente como es, ya sabia lo que se venía “ummm, no se haga ideas muchachito” me decía entre jadeos, mientras yo usaba mi pulgar para acariciar ese botoncito que ya respondía al cariño expresado “Pilas, pilas que eso toca pasito porque duele…” y los jadeos aumentaban. El ruido de nuestros cuerpos golpeándose y su cuca chorreante eran la mejor banda sonora para el acto temeroso que iba a realizar, mi dedo paso de acariciar a penetrar y en un solo gesto, ya estaba dentro de su culo, al tiempo que mi verga entraba sin compasión generando que esta mujer mojara las sabanas a cada embestida “ay ay, pasito ole” me decía pero no me detenía… “La verga ya esta lubricada, yo te hago pasito” dije mientras que sacaba el dedo e iba posando mi verga en su culo, mi cabeza lo tapaba, pero a medida que empujaba gentilmente, ese culito goloso la iba recibiendo. Mis dedos clavados en sus nalgas, ella con las manos en la cabeza, yo dejando que el peso de mi cuero fuera el que empujaba mi pene en ese anhelado culo. Iba entrando, lento, lento, parecían horas, pero realmente fueron unos cuantos segundos hasta que un “jueputaaa!” seco medio la pista para entender que estaba toda adentro. Nunca la vi tan sometida, nunca la había escuchado pidiéndome gentileza, eso me dio ternura y arrechera, con el cuidado más grande saque media verga y volví a meterla, media salía, media entraba, solo el vaivén para acomodar ese culito, la fricción era hermosa, nunca habíamos estado tan cercanos, creo yo, y sus jadeos nunca fueron tan fuertes, eran bramidos. La sentí menos tensa, por eso aumenté la velocidad y mis manos soltaron sus adoloridas nalgas para masajear su espalda, sus tetas, para acariciar su cuello, el cual comencé a besar. Ese culo era mío, ver mi verga entrar y salir era un deleite que no conocía y sentir como me apretaba era un placer adictivo, pero el control que creí tener se diluyo, cuando Claudia se reincorporo y empezó a mover su culo en círculos, a sut ritmo, como ella sabe. Su culo se sentía más apretado, ya era ella quien controlaba la presión, bandida, siempre se sale con la suya.
Seguía en cuatro y yo enculandola, disfrutando del sexo anal que hace tanto quería con ella. No voy a mentir, su culo no es una cosa de otro mundo, sus nalgas son lindas pero nada monumental, eso sí, esa flaca se mueve como ninguna, con un ritmo frenético y ese culo aprieta como el demonio. Me deje guiar, ya no parecía dolerle, así que embestí con más fuerza, ya estaba prácticamente echado sobre ella, mojándonos el uno con el sudor del otro, mientras que había una lucha de control entre su culo y verga, pero no daba para más, conozco cuando gira su cuelo y cierra sus ojos, el orgasmo venia y así mismo, sentía como mi leche iba a estallar dentro de ella, un grito seco fue el cierre de este polvo, uno en el cual me comí ese culito que en próximas ocasiones me iba a dejar seco, sequísimo, porque es Claudia la que dictamina cuando y cuánto me vengo.