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Voy aburrido después de una discusión con mi esposa, me monté en mi camioneta y salí a dar vueltas por ahí para evitar seguir la pelea. Es una tarde lluviosa y al girar en una esquina, veo una mujer madura vestida como si acabara de salir del gimnasio, tratando de parar un taxi, detengo el auto unos metros más adelante y le indico que venga hasta mí. Se acerca con paso rápido… ¡Que buena está! Viste una falda con mucho vuelo, una camiseta ceñida sin mangas y unas zapatillas deportivas que le dan un toque muy juvenil.
Me mira claramente enfadada, - que problema tomar un taxi con esta lluvia- y ¿tú quién eres, me conoces?
―No, para nada, pero si desea puedo sacarla de por acá y llevarla a su casa, no estoy ocupado
Me confiesa que hace mucho tiempo que espera taxi. Juana sonríe y me agradece mucho mi gesto, mi interés por ella y el apoyo que le doy en este momento. Se sube y arrancamos. Luego de las presentaciones y algo de charla, sonriendo, resulta que tengo una conversación entretenida y sintonizo bien con ella. Juana se desahoga durante un rato relatando los desaires que le ha hecho su marido y que está a punto de mandarlo a la mierda. Cuando al fin parece que recobra la serenidad perdida me pregunta:
― ¿qué miras?
―Perdona, yo…― no sé qué decir, tengo la mirada fijada en sus tetas.
Mientras ella iba hablando, mi cerebro iba trabajando en como convencer aquella señora de dejarme tocar sus tetas. la señal de sus pezones en la tela y el maravilloso canalillo que se forma entre sus tetas grandes y redondeadas me desconcentran mientras conduzco.
― ¿esto? ― dice señalando el bulto que provocan sus pezones en la camiseta―se me ponen duros cuando me enfado― me explica mientras los señala con los dos dedos índice.
―Oh, si…las tienes muy hermosas, ojalá te enfades más a menudo conmigo, jajajajaja…―
― ¿te gustaría verlas? ― me pregunta esbozando una sonrisa maliciosa.
Da un tironcito hacia abajo de la camiseta para hacer resaltar su pecho bajo la tela que amenaza con rasgarse. Tuve que frenar de un solo golpe cuando vi sus gruesos pezones erectos y su piel rosada. A continuación, endereza la espalda para que sus tetas queden bien tiesas y desafiando la gravedad.
― ¡Wow!¡que par de bellezas! impresionantes…ahhhh. ¡Son perfectas! ―exclamo con cara de asombro
Me sonríe complacida por el halago espontáneo y sincero que me ha salido de muy adentro.
― ¿quieres tocarlas? toca…toca…sin miedo… toca…te lo has ganado― me invita
Mueve el torso a izquierda y derecha para que sus tetas se muevan acompasadamente como dos deliciosos melones
―Tócalas sin miedo, no se van a romper― dice cogiéndome la mano por la muñeca y acercándola hasta poner la palma sobre una de ellas.
― ¿te gustan? ― pregunta con orgullo al lucir su pecho
Está segura de que la respuesta va a ser afirmativa
―Toca, toca y disfruta querido.
Ante tal invitación, alargo las dos manos para coger sus tetas y así poder apretarlas. Al hacerlo, dejo al descubierto mi entrepierna y el bulto del pantalón es evidente. Juana lo ve y sonríe complacida al ver el efecto que el toque de sus tetas ha producido en mí.
― ¿tendrás que hacerte una buena paja para rebajar eso, o eres casado?... Jejeje ― me dice poniéndome en un serio aprieto.
Trago saliva y sigo tocándole las tetas. Como a ella no parece importarle que yo le toque las tetas, a mi deja de importarme que me vea excitado. Una oportunidad así no la puedo desaprovechar. Me quedo callado y ella entonces me dice:
― ¿quieres hacerte la paja, ¿verdad? ― me pregunta― ¿quieres que te la haga yo?
Pone su mano sobre el bulto para asegurarse que ya la tengo bien dura y que ya la tengo preparada para hacerme una buena paja. No me da tiempo a responder. Está tan segura que no me puedo resistir a sus encantos que no considera la posibilidad de que le diga que no. Se abalanza sobre mí,
Termino de desabrocharme el pantalón, me bajo el pantalón y el bóxer hasta los tobillos dejando al aire mi verga erecta.
Estoy cómodamente sentado, con la verga parada. Junto a mí una señora hermosa que me deja que le toque las tetas.
―Wow, … ¡qué rico se ve!
Tímidamente, Ella pone su mano sobre mi muslo. Con ambas manos cojo la suya y la acompañó hasta que pone sus dedos alrededor de mi verga. Vamos hacia abajo y hacia arriba, las tres manos al unísono, abajo y arriba…la dejo sola…abajo y arriba.
Me mira con ojos abiertos, está ensimismada, le gusta tener entre las manos ese pedazo de carne. Yo nunca había soñado llegar tan lejos, Juana es una señora, guapa, simpática y con un físico que atrae a cualquiera. Pero también es casada …
― ¿Te gusta? ¿lo hago bien? ― luego de un par de minutos con el sube y baja
―Si, si … lo haces perfecto…sigue sigue ― le digo volviendo a tocarle las tetas.
Me alegro de tener ventanas oscuras en mi camioneta
Pongo la mano entre sus piernas, trae un boxer y debajo una tanga diminuta , le toco la tanga y la siento húmeda lo que me demuestra que realmente le está gustando tenerme en sus manos. Se acomoda en el asiento y baja su boxer para permitir que mi mano pueda seguir tocándole, al tiempo que ella puede afirmarse mejor para continuar con el sube y baja.
―Juana, me vengo … me vengo ― le advierto para que se prepare por si sale la leche disparada.
―Sí, sí ― dice aumentando el ritmo para acelerar lo que ya es inevitable.
Esperando el desenlace, cierro los ojos un instante y cuando voy a descargarme, siento que ella se la mete dentro de su boca. Me la chupa, la ensaliva, la frota, la sacude contra sus labios. La engulle hasta llegar a la garganta, la menea, rodea el tronco con la mano y luego lo lame, para luego volver a envolverlo con una capa de saliva caliente.
Le pongo las manos sobre los hombros. Le acaricio el cuello, le paso la mano por la espalda y brazos. Le toco las tetas y vuelvo a poner las manos sobre la parte alta de su espalda.
Para retomar un poco el aliento, se retira un poco hacia atrás y me la menea haciendo que la punta roce con sus tetas. A cada meneo, acaricia mis testículos con su mano libre, eso me excita aún más. En medio de unos tremendos gemidos, me vengo llenándole los labios de leche.
Ella espera a que termine, para lamer de nuevo. Se la pone en la boca de nuevo y la deja limpia y reluciente.
― Ahora ya sabes lo que el desgraciado de mi marido se pierde cuando se va por ahí... con sus amigotes.
Arranco para llevarla a su casa, ha comenzado a llover de nuevo, cuando cruzamos frente a un hotel de paso, le miro y ella comprende, después de un momento de titubeo acepta entrar allí conmigo, así que ingreso a la camioneta al parqueadero del sitio y tomaos el ascensor para ir al cuarto piso. Entramos y cierro la puerta tras de nosotros luego de pedir dos cervezas a la camarera. Decidimos esperar sentados en un sofá colocado en la habitación al lado de una silla potro. Ella con la cabeza apoyada en mi hombro, deja caer su mano sobre mí y baja en ruta a mi entrepierna. Noto de inmediato su mano que sin dudar me aprieta la verga. Suena la voz de la camarera y le recibo las cervezas y el cambio por una ventanita y me giro para sentarnos en la cama. Sin ninguna espera, su mano, experta ya, me baja el pantalón y los bóxeres, y empieza a masturbarme. Su mano, de uñas cuidadas, me aferra la cabeza del pene. Me ha cogido el punto muy, muy rápido. Suave, muy suave, tras unos minutos, me susurra al oído.
—Te la voy a chupar, disfrútalo.
No me da tiempo a decir nada: baja la cabeza, de lado, la mejilla pegada a mi vientre, y abre la boca para recibir mi pene. Noto el calor inmediato de boca, lengua y labios. Su respiración y cómo empieza a introducírsela para seguir chupando a su ritmo, un ritmo que me enloquece. Su intensa chupada me obliga a venirme. Ante mis gemidos, se clava mi verga todo lo que puede, y, entonces, estallo en su boca. Una larga corrida que le escucho tragar. Cuando he terminado, se dedica a lamer despacio todo el glande y el tronco, dando suaves besos sobre la piel.
—es mi turno —le digo.
Me arrodillo delante de la cama y separo sus piernas delicadamente, y dirijo mis dedos para acariciar su sexo depilado y húmedo, jugoso. Solo tiene un pequeño penachito en el monte de venus, pero todo lo demás está perfectamente rasurado: sus labios mayores, los tímidos menores, que chorrean y se asoman levemente entre los primeros, y su duro clítoris que asoma, descarado, demandando atención.
Me aplico de inmediato, acerco mi cara y con la punta de la lengua separo sus pliegues y por el centro resbalo la lengua haciéndola gemir en el acto, recorriendo con la lengua los labios mayores, los menores y el clítoris. Meto toda la lengua en su hueco húmedo, y la sigo recorriendo. Ella me empuja la cabeza contra su raja y sigo chupando, lamiendo. Introduzco dos dedos en su interior y los uso con fuerza mientras no dejo de lamérselo todo con fruición hasta que siento que se viene. Gime, se descubre los pechos y se tira con fuerza de los pezones, que son apenas de un tono más rosado que su piel y de muy ancha areola.
Se corre en mi boca, con unos pequeños chorritos que eyacula. Gime con fuerza, pero yo todavía estoy excitado. Me he vuelto a excitar y mi pene esta erecto de nuevo. Así que aprovecho su postura y me pongo entre sus piernas. Ella se acaba de desnudar, sin un solo sonido, se aferra los pechos, grandes, generosos.
—Hazlo. penétrame.
Allí voy, con la verga erecta lubricada, entro despacio. Su sexo se abre para dejarme entrar hasta el fondo, palpitando aún del orgasmo, y se la meto entera mientras ella gime y se aprieta con fuerza las tetas. Ella puede correrse y siente mucho placer con sus pechos.
Así que mientras empiezo a entrar y salir cada vez con más velocidad de su interior, ella me corresponde con gemidos y palabras de excitación. Mis manos aprietan sus caderas, y eso la hace gemir, mientras empiezo a embestirla con más ímpetu, se pellizca los pezones, retorciéndolos. Y la veo abrir mucho los ojos, gemir con fuerza y pedirme más, más dolor, más fuerza.
—Dios, sí, sigue, más fuerte… que me duela…
La habitación se llena con los plaf, plaf, plaf de mis caderas contra sus muslos abiertos y mis dos manos toman ahora sus pezones y los retuercen haciéndola casi gritar, con un gemido profundo.
Uno, dos, tres orgasmos suyos se suceden, dos de ellos provocados por los salvajes tirones de sus pezones y apretones en los pechos hasta casi dejarle los dedos marcados. Esos orgasmos le arrebatan el aliento durante un instante y son correspondidos con una leve hinchazón de sus tetas y ella pidiendo más.
El tercer orgasmo es vaginal, se corre en torno a mi verga, con varios espasmos, y vuelve a eyacular un poco, unos asomos de líquido transparente. Es entonces cuando empiezo a empujar aún con más fuerza, aprieto sus tetas con salvajismo y me vengo en su interior con fuerza bajando la cabeza hasta uno de sus pezones y mordiéndoselo, cosa que le desata un cuarto orgasmo mientras sus manos me tiran del pelo y me aprietan más contra sus tetas.
Acabado el encuentro, nos volvemos a sentar y tomamos cerveza para recuperar aire y fuerzas.
—Gracias —murmura ella, con la cabeza de nuevo apoyada en mi hombro.
—A ti —le respondo.
Luego me cuenta algo de su vida. Yo le cuento trabajo como periodista y ella da clases en una universidad privada que está bastante cerca de donde la recogí. es casada con un gerente de banco y tiene dos hijos en el extranjero. me dice que si quiero volver a verla debemos vivir nuestras vidas separadas, con encuentros esporádicos y sin salidas a cenar o algún espectáculo para no tener problemas con su esposo y su familia.
—Te la quiero chupar —me dice contundente, con mirada febril y ojos brillantes.
Se inclina, cogiéndome la verga sin darle tiempo a endurecerse, lamiéndola despacio y metiéndosela en la boca todo lo que puede mientras conserva algo de blandura para sentirla crecer en su interior.
Ahí empezó a emplearse, chupando a gusto, lamiéndome la cabeza y el tronco, baja a los huevos, y hasta haciéndome abrir las piernas para lamerme el ano también. Lo hace casi con brusquedad, con necesidad, con fuerza. Chupa creando sonidos de succión, me acaricia, me estruja, masturba y llena de saliva, llevándome hasta el límite del orgasmo. Entonces, tras una larga chupada, se detiene.
—Quiero que me atiendas por atrás , si te parece bien.
Se gira, levanta las nalgas y con los brazos apoyados en la cama, quedando con el delicioso culo abierto, de nalgas rotundas. Me ofrece ese asterisco casi sellado y lubricado, lo acaricio, lo recorro con un dedo mientras ella empieza a gemir. Presiono despacio, para ver cómo dilata, pero casi me absorbe el dedo. El anal no le es desconocido. Así que me acerco por detrás, acaricio su raja empapada con la cabeza gruesa y gorda y la froto en su abertura. Cuando siento que se apresta y se dilata al mismo tiempo empujo despacio, escucho su gemido fuerte y largo. Ella lleva sus manos a su culo y separa más las nalgas.
—Métemelo todo, penetrame , pero dame fuerte… mas duro papito…
Empujo despacio, quiero ser delicado, pero es ella la que se empuja hacia atrás y se penetra sola, prácticamente, gritando. Y empiezo, dejándome llevar por sus propias ganas. Empujo, salgo, entro, ella se sincroniza y el ruido de sus nalgas contra mis caderas llena la habitación. Gime, grita, gime otra vez .
—Estoy caliente … dame fuerte… más… ayyyy, qué ricooo, dame más fuerte…
Mis dedos se engarfian en sus caderas y empiezo a empujar con toda la fuerza de la que soy capaz.
—Ah… aaaaah… mas… no lo saques… me vengo, me vengo… aaaaayyy… que rico ahhhhhhhh…
Siento su culo palpitar con fuerza alrededor de mi verga, se viene por la raja , grita, yo grito también y lo suelto todo, escupo toda mi leche en su interior palpitando a cada chorro que le llena el culo de mi semen.
Al rato salimos de la habitación y la lleve cerca de su casa, un beso largo de despedida y la promesa de otras salidas juntos
Esto fue solo el primer encuentro con ella. ¿les gusto? …Muy pronto les contare otros encuentros con ella