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Mi secretaria siempre desde el primer día de trabajo me recibía con una amplia sonrisa y muchas veces me lanzaba una mirada profunda. Era una señora madura pero bien cuidada en su aspecto personal, además de unas curvas muy interesantes. Le gustaba vestir con prendas sencillas, aunque sabia combinarlas para lucir con mucha sensualidad. los casi 50 años de su vida la habían dotado de una figura muy femenina; y a veces sus movimientos y sus gestos resultaban para mí, descarados.
Yo varias veces estuve a punto de proponerle cosas no muy decentes, pero me contuve, aunque mirar sus pechos redondos, y luego imaginar su piel desnuda en mis manos, me hacían tener temor de meter la pata. Un día cualquiera era viernes en la tarde y le pedí comprar en el supermercado unas cuantas cervezas para apagar el calor. Ella regreso y sin preguntar destapo una cerveza, yo le dije que podía servirse una para ella y sin esperar me hizo caso, empezamos a charlar de temas triviales, de su divorcio hacía ya algunos años y de como yo continuaba casado. terminadas las cervezas, le pregunte si no el molestaría ir a algún bar cerca a disfrutar de otras cervezas antes de que llegara la hora de irnos a casa.
Nuestra charla en aquel bar giro en torno a que ella se consideraba una mojigata. Le conté algunas intimidades sin ser muy atrevido y ella me soltó que nunca había podido disfrutar de un orgasmo de verdad a pesar de sus muchos años de matrimonio antes del divorcio.
-Yo le conté que, en cada sesión de sexo, tengo una buena técnica para darle tres orgasmos seguidos como mínimo a mi mujer, - eso si no vaya a pensar que le estoy insinuando que, si quiere saber lo que es un orgasmo, nadie mejor que yo para dárselo- le dije sonriendo.
- ¿me está tentando? Porque a eso me suena su historia, me dijo sonriendo a su vez
-Yo si fuera tú aceptaría ir a un lugar discreto y experimentar a ver si es verdad.
-Me condenaría al infierno, usted es casado
Nadie nos vera y nadie se enterará -Sé de una residencia cercana donde podemos ir sin problema pues es muy discreta.
-Sera su culpa si alguien nos pilla dijo decidida y se puso de pie – vamos entonces _.
Pagué la cuenta y unos minutos más tarde estábamos en una habitación, ella se sentó en el borde de la cama con las manos y las piernas juntas y el bolso en la mano. Su mirada busco mi entrepierna mientras yo me quitaba el saco y la corbata para colgarlos al lado del televisor.
Me senté a su lado, le puse un dedo en el mentón, le levanté la cara, le di un beso suave y tuteándola le dije:
-por favor, no te sientas molesta, ya estamos acá y sabemos a lo que vinimos.
-Es que estoy asustada, asustada y muy nerviosa.
-Échate sobre la cama, cierra los ojos, ya verás cómo se van los nervios.
Se echó sobre la cama vestida solo con la blusa y la falda. se quitó los zapatos quedando estirada a lo largo de la cama y yo me senté a su lado, acaricié su cuello y luego desabotoné su blusa al tiempo que le daba besos en la boca, luego abrí su blusa y sus tetas saltaron, eran grandes, blancas, esponjosas y tenían areolas oscuras y pezones amplios y erectos. Le subí el vestido y le bajé la tanga. Después mi lengua lamió un pezón, lamió el otro y luego se posó en sus labios. Su lengua asomó tímidamente entre los labios al tiempo que mi mano derecha buscaba acariciar su sexo, depilado y bien cuidado. Besándonos empecé a tocar sus nalgas y luego recorrí con mis dedos su vagina por el centro hasta separar y abrir bien sus labios húmedos. Se dejo caer hacia atrás disfrutando mis caricias y aproveche para meter mi cara entre sus piernas y con mi lengua lamer despacio su vagina y empujar mi lengua hasta encontrar su clítoris. Era grande y amplio, como cresta de gallo y al sentir mi boca apretándolo, ella se retorció y tuvo su primer orgasmo, seguí masturbando su clítoris hasta que sentí que se venía en un segundo orgasmo y de allí, se vino de forma increíble y si parar mientras gemía y gritaba como poseída. Me agarro la cabeza con sus manos cuando intente separarla de entre sus piernas y empezó a gritar – no pareee, no paree por favor …su voz temblaba – siga, siga, siiiii-.
Logré sacar mi cara de entre sus piernas y con mi lengua recorrí hasta poder acariciar su ojo del culo, luego jugué con el haciendo círculos con la yema del dedo índice. le empujé la punta de mi dedo dentro del culo y seguí haciendo círculos. Al sacarlo notaba cómo se le abría y se le cerraba... cada vez que se lo sacaba me cogía por la nuca y me apretaba con fuerza. seguí haciendo círculos dentro del culo, luego comencé a meter y a sacar, sacaba hasta que su ano apretaba mi dedo, después se lo metía hasta el fondo... empezó a gemir. Al hacerlo abrió los ojos, me miró y dijo: - ayyyy papi, me voy a venirrrrr, su boca y su cuerpo temblaron al mismo tiempo un segundo ante de que expulsara orina para todos lados, ¡se estaba meando de excitación ¡no paraba de gemir y de mearse. Su respiración estaba demasiado agitada, casi se ahogaba. De pronto se detuvo y mi dedo se salió de su culo. Toda la habitación quedo en silencio.
Me llevé una inesperada sorpresa un rato después cuando le acaricié su vulva de nuevo, con suaves caricias de mis dedos. Acaricié su raja con ansiedad. Palpé cada pliegue de sus labios mayores y menores. Introduje mis dedos en su vagina. Acaricié la abertura de su ano nuevamente. El ardor de su sexualidad afloro de nuevo por todas partes.
Sus convulsiones se hicieron más violentas al acariciar su clítoris. Los balbuceos y los jadeos se intensificaron. Y llegaron nuevos orgasmos. Surgieron con una gran fuerza, pero sobre todo con ¡una eyaculación caudalosa otra vez! sus jugos lubricaron aún más la vulva y el ano lo que provocó varios orgasmos sin apenas intervalos de tiempo. ¡Mi amante era multiorgásmica!
Aquel día, por primera vez, gozamos del intenso placer de los besos. Nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas, a buscarse y lamerse.
Finalmente, tras un hondo suspiro me pidió que parara. Sólo cuando retiré mis dedos del interior de su vagina se detuvieron el orgasmo y la eyaculación.
Su corazón palpitaba acelerado. Estaba exhausta, pero aún tuvo fuerza para empujarme a la cama y sentarse sobre mí. Se introdujo mi verga que estaba erecta fuera del bóxer, cuando la sintió dentro del ano inició el contoneo de sus caderas hasta que extrajo toda la leche que tenía allí acaparada.
Aquel día jamás será igual ni con ella ni con ninguna otra ….