Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Sexo anal 318 Vistas
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Hace poco me reencontré casualmente con mi primera novia. Estoy a punto de cumplir 50 años y fuimos noviecitos desde que tenía 16 hasta mis 24. Ella es contemporánea conmigo.

Coincidimos en una panadería un jueves en la tarde, para nosotros los caleños a las 4 o 5 de la tarde es imprescindible el cafecito con pandebono, así que como iba caminando a esa hora y pase por la panadería, pues me detuve y allí estaba ella.

Era la dueña!!!! No la reconocí porque está más hermosa de lo que ya de por sí era, aparte que por sus gafas y el tinte pues la confusión está garantizada para un hombre hetero generación X como yo. Ordené mi capuccino y dos pandebonos, los pagué y ella soltó una risotada exclamando mi nombre, al mirarla más detenidamente seguía sin saber quien era, hasta que el lunar de su teta izquierda me recordó quien era.

Nos saludamos con un abrazo larguísimo, nos contamos vida , obra y milagros, ambos estamos divorciados. Me invitó a comer a su casa esa misma noche.

Dejé mis cosas de trabajo en el apartamento, me puse un jean y una camiseta de su banda favorita. En los 90s ambos fuimos de los pocos metaleros que habían en Cali. Al llegar ella estaba con tacones negros, un jean en cuero bien ajustado y una blusa negra rota a propósito en el escote, no entiendo como pude olvidarme de esas tetotas tan bellas y deliciosas por tanto tiempo.

Ella, por sus dos embarazos se volvió un poco más acuerpada, en nuestra juventud era bien flaca, al punto que esto le acomplejada y por eso se inscribió en fisiculturismo. Cenamos, me preparó con el mismo amor de nuestros años mozos una deliciosa carne encebollada, nunca olvidó que era mi favorita y complementó con un vino tinto español que supo a gloria.

Charla va, charla viene, por supuesto los recuerdos inundaron el sofá. No sé le nota la edad, en cambio yo estoy con el pelo más blanco que una nube, ella comento que me lucen mis canas y mi incipiente calvicie le parecía increíble, luego de tener una de las melenas más prominentes de Cali. Las canas la prendieron, no me insinuó nada, simplemente nos besamos con la lujuria de nuestros 18 años y mi verga también se devolvió en el tiempo, tuve una erección que hacía años.no sentia así de fuerte.

Se quita la blusa y libera esas tetotas de pezón mediano y aureola rosada, a pesar de dos embarazos y medio siglo, siguen allí firmes y desafiantes, las puso en mi cara y yo las chupé como un degenerado. Ella solo volteaba los ojos hacia atrás, mi lengua convulsionaba en la puntita de sus pezones, tal cual como a ella le gustaba que le hiciera, luego procuraba tragarmelas y mordisquearlas a la vez, jamás olvide como volverla loca chupándole las tetas, algo que no hacía 26 años atrás. Mientras la sujetaba de sus nalgas y mi cara se perdía en su pecho, la nalgueo y ahí si pierde totalmente los estribos, esa era la señal para que su vagina se inundara y desesperada pidiera verga.

Cuando se quita el pantalón, del bolsillo saca un lubricante, y me dice: tu fuiste el único que se ha comido mi culo, he esperado más de 20 años para volver a entregártelo y que me lo Partas como me encanta.

Sin embargo, primero quise probar de nuevo su juguito de princesa, le hice un oral como solía hacérselo pero mejorado con la experiencia que dan los años, se retorcía como serpiente sin cabeza, esa mujer estaba en su punto.

De otra nalgada la volteo, primero pongo algo de sus liquidos en mi mazo y luego el lubricante, y despacito puse la cabeza de mi miembro en la entradita de su ano, la restregué por esa circunferencia rosadita y de ahí si se lo introduzco con la lentitud requerida. Su cara estaba roja, gemía y emitía quejidos de satisfacción, me decía que por fin su colita iba a recibir lo que tanto pedía.

Por fin pude entrarle hasta el fondo y allí me quedé quieto unos 10 segundos, tiempo en el que enredé su cabellera en mi mano derecha y la nalgueaba con la izquierda, cuando mueve su torso comienzo a bombearla suave.

A medida que ejercía más fuerza y velocidad, más fuerte halaba su cabello y le tapé la boca porque ya iba a empezar a gritar, esa costumbre tampoco la perdió, en una de esas me mordió la mano, me dolió, pero me excito más.

Sentí como la verga se me estaba friccionado de más, Pero no me importaba, solo ver su cara enrojecida y las venas de su garganta bien brotadas, hacia que valiera la pena. La dejo gritar y me pedía que no se la fuera sacar, que me viniera adentro, y así fue. Al derramarme dentro de ella, mi pene poco a poco se fue poniendo flácido y ella, se sienta sobre mi vientre a esperar que mi semen saliera de nuevo por su ano, lo espera y lo recibe y lo prueba con sus deditos, y como si fuera un sacerdote, me hace una señal en la frente.

Tomé aire unos 20 minutos, ella fumó un cigarrillo, la mamada y la cabalgata que siguió después, lo dejo para otro relato

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