
Compartir en:
En mi imaginación, es tu turno de provocarme un orgasmo. Te veo arrodillada frente a mí, tus ojos fijos en los míos, una sonrisa pícara en tus labios. Tus manos, suaves y cálidas, envuelven mi miembro, moviéndose con una habilidad que me hace gemir de anticipación. Tu lengua, húmeda y cálida, recorre mi longitud, saboreándome, disfrutándome. Mis manos se enredan en tu cabello, guiándote, sintiendo cada movimiento, cada caricia.
Tu boca, un paraíso de placer, me envuelve, tus labios apretados, creando una succión perfecta. Tus movimientos son rítmicos, firmes, aumentando de intensidad, llevándome al límite. Mis gemidos se mezclan con tus suaves ruidos de placer, un dúo erótico que llena la habitación. Siento cómo el orgasmo se acerca, mi cuerpo tenso, mis músculos contraídos, cada fibra de mi ser concentrada en esa sensación intensa y liberadora.
Con un último gemido, exploto en tu boca, mi cuerpo temblando de éxtasis. Tus ojos, llenos de satisfacción, me miran, y en ese momento, sé que hemos alcanzado un nivel de intimidad y placer que pocas veces se experimenta. Es una fantasía erótica, un sueño hecho realidad, un momento de pura conexión y éxtasis compartido.