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Doña Beatriz tenía unos cincuenta y pico de años, estaba casada y era dueña de una pequeña papelería cerca de mi negocio de cigarrería en un barrio del norte de Bogotá. Ella fue de mis primeros clientes. Manteníamos una buena relación de amistad, entre otras cosas porque mi esposa permanecía en el negocio conmigo casi siempre, pero una semana, mi esposa tuvo que viajar a visitar a su mamá en los llanos y eso permitió que yo probara el delicioso culo de mi clienta madura . nunca olvidaré aquella tarde calurosa, cuando doña Beatriz llegó sonriente a mi negocio...
- Don Gustavo, tengo una molestia que no me deja dormir. Y la verdad creo que usted es el único que me puede ayudar para darle solución, la gente por acá es muy metiche y si se enteran, me hacen matar de mi esposo -
- Comprendo, doña Beatriz. ¿Qué clase de molestia tiene? Y como ¿Dónde tiene esa molestia?
- Bueno, no sé cómo explicarle...
- ¿tiene que ver con la rasquiña que veo la molesta bastante? ¿Le duele, le arde o le pica... ahí detrás?
- Sí, me pica.
- ¿No será la ropa interior que le queda muy ajustada? ¿Le molesta a todas horas o solo en momentos determinados, por ejemplo, después de entrar en el baño?
- Noooo, Me pica de noche. Una o dos veces a la semana... y a mi marido no le afecta porque se duerme tan profundo y ronca tanto que ni lo nota
- ¿Una o dos veces a la semana nada más, que raro, será algo que come en esos días?
- No sé , don Gus. Es muy incómodo, no me deja dormir.
- Doña Beatriz, disculpe que tenga que hacerle algunas preguntas muy íntimas, pero es que, por lo que me cuenta, me tiene bastante confundido.
- No, no se preocupe. Pregunte, por favor.
- ¿Tiene relaciones sexuales anales con su esposo?
- Usted conoce a mi marido. Él es muy...muy correcto, muy cristiano, no me lo imagino haciéndome eso. Pero...
- ¿Pero ¿qué?
- A mí si me gustaría, hace rato que no lo hago, desde que me case hace como 10 años. A mi edad, ya sabe, una ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, pero... de vez en cuando..., no estaría mal hacer lo que usted me pregunta, ¿no cree?
- Mmmmm, sí, Señora. A ver, dígame, ¿tiene problemas para abrir y cerrar el agujerito de atrás...?
- Ahhhh... No, Señor. Al menos, no lo he notado.
- Una última pregunta. ¿Usted se seca bien esa zona después de ducharse ¿o se le queda húmeda?
- Mire, don Gus. Yo me seco bien, pero entre el calor y con este culo grande que tengo, es difícil que no sude por esa zona.
- Bueno, doña Beatriz. Va a tener que hacerse revisar de un médico.
- Noooo, que tal ah? Mi marido se entera y pensaría que le estoy poniendo cachos con alguien… por nada del mundo, ¿y usted no me puede revisar? Le tengo mucha confianza, usted lo sabe
- Pues no sé, pero si usted quiere …
Me fui a lavar las manos, confieso que un poco nervioso y no tenía la más remota idea de cuál podía ser su dolencia. Luego, me dirigí a la parte trasera del negocio y le abrí la puerta a doña Beatriz y le pedí que se subiera de espaldas a una silla, se volteara con la falda subida y se bajara la tanga para dejarme ver el agujero de la molestia, ella sumisa se arrodillo encima de una silla, y separo las nalgas con las manos dejándome ver sus nalgas y su hermoso botón cafecito, la entrada del ano. Ante semejante espectáculo, mi verga se sobresaltó de excitación. Sentí cómo empezaba a latir creciendo debajo de mis boxers.
- Don Gustavo, yo nunca le he mostrado mi culo a nadie diferente a mi marido, bueno y los dos o tres novios que tuve antes de casarme. Además, no uso ropa interior. Espero que esto no le incomode... Aunque obviamente, usted habrá visto muchas mujeres desnudas...y culos también
- Sí, Doña Beatriz. Eso no es ningún problema. Voy a empezar a revisarla, ¿de acuerdo?
- Si por favor... Estoy lista...
Abrí lentamente sus nalgas con mis manos ayudando a lo que ella ya hacía. Revisé por encima su ano, el cual me llamó la atención por lo café claro y apretado que lo tenía, y fui bajando mis dedos por todo el centro. la doña, apretó su culo al sentir mi dedo recorrerlo despacio de arriba hasta abajo. dejé que mi dedo llegara hasta su raja, me di cuenta de que la tenía completamente depilada y totalmente húmeda. Sin duda que la mujer estaba excitada desde antes.
- ¿La estoy incomodando, Doña Beatriz?
- No, don Gus. Revise tranquilo... ¿Quiere que me dé la vuelta?
- No, no. No será necesario. Sólo le voy a pedir que así, arrodillada como está, levante las caderas y se ponga a cuatro patas... Ya sabe, parando las nalgas ...
- ¿Así, don Gus...?
Y se acomodó ágilmente quedando a cuatro patas, apoyada en el espaldar de la silla y en sus rodillas. Las dos grandes y blancas nalgas dejaron a la vista un agujero café claro, cerrado y apretado, visiblemente contraído y una raja que brillaba de flujo. Todo el negocio se llenó de un indescriptible olor a sexo. Debajo de mi pantalón y mi bóxer, mi verga ya pedía entrar en ese hoyo apretado y llenarlo de leche caliente .
- Doña Beatriz, en este momento estoy poniéndome vaselina en el dedo índice con un guante para introducirlo por su recto a ver si encuentro algo. Ahora va... Despacio... Así...
- Ahhhh...
- ¿Le molesta Doña?
- Ahhhh...Ohhhh…Mmmm
- Doña Beatriz, ¿le está molestando el dedo?
- No... Siga, don Gus. Ahhhh... Así... Ahhhh...Ohhh
Evidentemente, la vieja estaba disfrutando como una puta con mi dedo. Envalentonado por su excitación, me animé a meterle dos dedos, luego tres, finalmente cuatro. Era increíble cómo se dilataba el culo, hasta hace un momento apretado, de Doña Beatriz. Mi clienta, ciega de excitación, comenzó a moverse de atrás hacia adelante. Aquello ya no era una revisión. Me estaba culeando a Doña Beatriz con los dedos, la cual ya no ocultaba su placer emitiendo una larga y excitante serie de suaves suspiros y gemidos. Allí de pie, con su culo abierto y un primer plano de su jadeante raja, se me ocurrió una idea...
- ¿Doña Beatriz se siente bien, desea que me detenga?
- No, por favor, don Gus...no pareee!!!
- pues no siento nada anormal, creo que tendre que introducirle algo más grueso y duro. Además lubricar su interior para que resbale mejor... No sé si a usted le interesaría que yo lo pruebe con usted...
- ¡Don Gus, ¿eso es su verga lo que me está diciendo? …mi cuerpo es suyo! Y que cosa rara, fíjese que, con sus dedos en mi culo, ya casi se me ha empezado a pasar la rasquiña ...
- Muy bien, Doña Beatriz. En ese caso voy a necesitar su ayuda. no se mueva, quédese en esa misma posición. Es más, si puede separarse las nalgas con las manos, mucho mejor.
- Por supuesto, don Gus. ¿Le parece bien así?
La vieja sabía lo que hacía porque, extendiendo sus manos hacia atrás y pegando sus tetas a la silla, se abrió las nalgas de una manera excepcional. Ahora tenía ante mí un culo enorme, cuyo centro café, sudado, brillante de vaselina, se había convertido en un hoyo palpitante de dos o tres centímetros de anchura, que me miraba e invitaba a la acción.
- Doña Beatriz, dado que voy a necesitar la introducción profunda de mi verga en su culo, voy a sujetarle las caderas con mis manos para que se mantenga firme y no se mueva...
- ¡Dese prisa don Gus, que ya empieza a rascarme otra vez el agujerito!
Entonces me bajé los pantalones hasta las rodillas. Agarré cabeza de mi verga a punto de reventar, la frote dos o tres veces en la entrada del ano, la unté de vaselina. Luego, me coloqué detrás de ella y, apoyando mis dos manos en sus nalgas, apunté con mi cabeza gorda y babosa hacia aquel agujero divino. De una sola embestida se la enterré hasta el fondo.
La vieja gimió de placer, sabiendo de qué se trataba. Mis huevos golpearon en su culo y raja... A partir de ese momento comencé una frenética danza bombeando el ardiente culo de aquella mujer madura. La Doña, como una gata en celo, no dejaba de ondular sus caderas, exprimiendo diestramente cada centímetro de mi verga con su delicioso ano.
- Ay, que verga más rica don Gus, ahhhh…Siii, mas, mas …no lo saque
- Y prepárese Doña Beatriz, porque en cualquier momento, le voy a llenar el culo de leche caliente que curará su rasquiña de inmediato.
Dicho y hecho. Al momento me di cuenta de que no aguantaba más y descargué en aquella mujer una andanada de semen como hacía tiempo que no soltaba. Sintiendo cómo mi leche le inundaba las entrañas, Doña Beatriz metió una mano por debajo suyo y, frotando su clítoris, alcanzó un orgasmo en cuestión de segundos. Lentamente, saqué mi verga, llena de restos de semen, del culo de aquella increíble mujer.
- Ayy Don Gus, que rica culeada me ha dado usted
- ¿Sí, le parece? ¿Se le ha pasado la rasquiña?
- Sí, muchas gracias. Pero ahora tengo otro problema...
- Ah, sí. ¿Cuál?
- No se imagina?, don Gus, ahora me han empezado a rascar la raja y la boca...
Lo dijo con una gran sonrisa mientras su mano agarraba mi verga ya flácida, se arrodillo delante mío y sin esperar más, se metió mi pedazo de carne en su boca y comenzó a mamar de manera frenética, comenzó a gemir sin dejar de chupar mi verga, la succionaba tan delicioso que en un momento la tuve erecta de nuevo, me daba mordiscos suaves en la cabeza hasta que consiguió sentarme en la silla, hasta que termino la mamada de mi vida.
Sin darme tiempo a nada se giró y quedando de espaldas, se sentó tragándose mi verga entera con su raja abierta, y comenzó a subir y bajar como poseída, sus gemidos eran tan ricos que cuando empezó a tener un orgasmo tras otro, sentí que mi excitación iba en aumento, mi verga se puso más gorda dentro de su raja y antes de venirme, ella se arrodillo y yo me corrí en sus tetas…
Necesite varios minutos para recuperarme, mientras ella recuperaba el aliento también. – Ufff … que rico culea usted don Gus… de haberlo sabido hubiera venido desde el primer día.
Si pero , por favor vístase y váyase , no nos vayan a ver en estas y le cuenten a mi mujer …
Tranquilo Don Gus , voy a llevarme algunas cosas pesadas para justificar que me tuvo que abrir la puerta y dejarme entrar ….jijiji
Esto solo fue el inicio de una semana inolvidable con Doña Beatriz y su rico culo…