Guía Cereza
Publicado hace 2 semanas Categoría: Sexo anal 793 Vistas
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Recuerdo la primera vez que le metí la verga por el culo a mi esposa, ya habíamos tratado, pero no había podido, pues según ella el dolor era más fuerte que la calentura, sin embargo, a ella le interesaba hacerlo y seguía insistiendo, me había contado como una compañera de trabajo que yo conocía le hablaba seguido de sus experiencias y aventuras anales, donde según decía, le encantaba.

  

En una ocasión yo tuve que salir a trabajar por una semana a Cartagena por  una semana y aproveché para practicar con algunas mujeres maduras de esa ciudad, pues siempre estaban dispuestas a tener sexo sin restricción alguna.


Recuerdo que llegué el sábado en la noche (me gusta viajar en el último vuelo del día), como ya era tarde, al llegar a casa ella ya estaba en la cama, la encontré despierta viendo una película porno y masturbándose con un dildo que adora más que a mí. Me senté frente a nuestra cama en un sillón que hay en la alcoba y disfruté del espectáculo que ella me ofrecía. 


al poco rato me acerque a la cama y comenzamos las caricias. Yo traía unas ganas inmensas de sexo y ella por su masturbación estaba muy caliente también, en unos segundos ya me había quitado la ropa (ella obviamente estaba desnuda). A mí me encantaba besarle la espalda así que en poco tiempo ya la tenía boca abajo y recorriendo su espalda con mis labios hasta llegar a sus ricas y recónditas nalgas, las recorría con mi lengua, cuando mi lengua estuvo cerca de su culo, ella de manera automática se movía un poco hacia abajo, asustada. Yo hice que no me di cuenta y volví a colocar mis labios en su entrada del ano y empuje lentamente mi lengua hacia adentro. Su gemido fue de excitación inmediata.


Se coloco en cuatro patas para dejarme espacio, lo que yo aproveche para lamer su culo y su raja desde arriba hasta el comienzo de sus labios vaginales. Esto la puso a mil. Sus movimientos entonces fueron de licuadora mientras mis dedos buscaban su clítoris y jugueteaban con el hasta hacerlo poner erecto y duro como la cresta de un gallo.


Lo frote con mis dedos y luego le masturbe su clítoris hasta que se vino en un rico y prolongado orgasmo, que me lleno la boca de deliciosos jugos.  Le chupe su ano y le empuje la lengua hasta donde entre, note que su culo estaba dilatado y que “jadeaba” abriéndose y cerrándose de una manera sensual y erótica. No paso ni un par de minutos cuando tuvo dos o tres orgasmos seguidos.

Descargo su cuerpo en la cama mientras yo me coloque a su espalda arrodillada en la cama.  pero esta vez separe sus nalgas y frote la cabeza de mi verga en la entrada de su ano apretado y dilatado a la vez, me acosté con todo el peso de mie cuerpo sobre ella y le murmure al oído con voz de macho arrecho que la quería coger por el culo, me dijo que no, que le dolería mucho, pero no se movía.


cuando le frote más fuerte mi verga gruesa y cabezona, húmeda y babosa a esas alturas, y cuando finalmente sin esperar más, empuje mi verga ya caliente por ese cerrado y apretado culo, soltó un suspiro, no un gemido de dolor, sino de mujer arrecha y deseosa de ser clavada por detrás. empuje la cabeza entera a pesar de sus quejidos y luego deje resbalar todo el tronco de mi verga en su interior. Al penetrarla entera, me detuve, respiré hondo y ella gimió de manera descarada a la vez que me dijo, - ya no esperes más, culéame-. Su voz sonó ronca, pero fue música a mis oídos. Empecé lentamente a moverme en ese pequeño espacio de su ano apretado, sentía como sus paredes se abrían   una y otra vez,  mientras yo le ofrecía un tremendo metesaca que la hacía estar más caliente y atrevida que nunca, - muérdeme la nuca y no me la saques papito …- yo le besaba el cuello y le mordía mientras le escuchaba pedir que le diera más duro, que la culeara fuerte ...


escuchaba mis huevos golpear sus nalgas.  un rato más tarde los dos suspiramos al mismo tiempo y nos vinimos, aunque ella se vino varias veces, mientras sentía mi leche llenarle el hoyo del culo era tan rico… y poco a poco comencé a moverme muy lento. ella entonces comenzó a apretar mi verga en sus entrañas, no quería que me saliera de ella. Empezó a moverse a mi ritmo.  era tan rico que yo nunca había sentido algo así, me apretaba la verga y entendí que ella ya había entendido la razón de por qué a los hombres nos encanta meterla por el culo.


El Morbo y el poder de lo prohibido, pero que en verdad ver a una mujer como mi mujer gozar mientras te hace sentir que eres ese macho dominante al que ella le entrega todo, moviéndose a mi ritmo mientras apretaba mi verga y gemía, me estaba llevando a la gloria me apretaba y yo no podía contenerme más de pronto exploté mientras ella se movía más rápido para sacarme hasta la última gota,  terminé temblando mientras vaciaba hasta la última gota de leche dentro de ella.

Fue nuestra primera vez, única y maravillosa. claro, fue el inicio de una vida sexual diferente después de tantos años. ella lo gozo igual que yo y desde ese día nos volvimos adictos a esa sensación de entrar por la puerta de atrás.


Unos meses después, tuve oportunidad de mostrarle mis dotes de culeador a su amiga, aquella a la que siempre le agradecimos su insistencia en contarle a mi mujer las delicias del sexo anal.

Esa mujer me dio un revolcón tenaz y fue la única vez – para que aprendas a darle rico a tu mujer por el culo – me dijo riéndose mientras se vestía y se iba del motel a donde habíamos ido


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