Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Hetero: Infidelidad 608 Vistas
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Quiero remarcar que hasta el momento todos mis relatos son mi vivencia personal. Para precisar, les informo que me he casado más de una vez y esta serie “Esposa Infiel Fantasía Pre Matrimonial” es lo que me pasó con mi primera esposa.

 

Para que puedan seguir esta experiencia, por favor leer la primera parte que está en Guía Cereza

https://guiacereza.com/experiencias/post/72079/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-0

Por favor leer el capítulo anterior y envíenme sus comentarios.

 

Parte 2 

 

Ya estaba oscuro. Noté que uno de sus vecinos del frente tenía visión directa al lugar donde estábamos ubicados. Pero eso no le llamaba la atención a ella, decía que ese era un imbécil.

Me dio una mamada corta que me dejó la verga dura y los huevos hinchados. Clavó sus dientes en mi glande. Decía que era para que no eyacule pronto. ¿Dónde había aprendido todo eso? ¿Cuántos amantes había tenido desde que ella había terminado conmigo?

Ella misma se bajó su short y se sentó en mi verga. Empezó a cabalgarme. A decir verdad, yo extrañaba la calidez de su interior. Sentía maravilloso, pero no como antes. No sentía la fricción, es decir su concha no me apretaba. “¿Cuántas y de qué tamaños se ha cogido?”, me pregunté. O es que este David era el culpable. Ella dijo que tenía una verga enorme, pero ¿tanto así?

Cambiamos de posición y la puse de perrito. Allí si la pude cabalgar como a una yegua. Mi verga entraba hasta lo más profundo y ella empezó a disfrutar. Poco a poco aumentó la excitación tanto de ella como mía. Cada vez que agarraba sus tetas me acordaba de los moretones e imaginaba como David la había mordido, succionado y mamado. Eso me excitaba más. Yo, con mi resistencia habitual, le seguía dando sin piedad. Ella comenzó a gemir más fuerte pero controlada. Cada vez le daba más fuerte para borrar las huellas que había dejado David en ella. Con un grito ahogado (para no llamar la atención en su casa) se vino mojando hasta mis huevos.

Yo quería más a pesar de estar cansado. Su hermoso trasero vibraba con mis embestidas. El morbo me consumía de saber que ese agujerito había sido martirizado unas horas antes. No podía más, saqué mi miembro de su encharcada concha y lo metí de un solo empujón en su ano. Entro todito, mi pelvis tocaba su carnoso culo y mis huevos golpearon su vagina.

-          Agggggg, que bruto eres – gritó ella, aguantando la embestida.

-          ¿Te dolió amor? – le pregunté.

-          Sí, pero no pares, ¡dame más! – me ordenó.

-          ¡Qué golosa te has vuelto!

-          Sigue, me está gustando, dame duro.

Empecé la embestida con fuerzas renovadas, miré sus hermosas y carnosas tetas balancearse al ritmo del golpeteo de mi verga castigando su ano. Digo castigo, aunque sentía que entraba holgadamente. ¿Quién era este David que le había dejado un boquete en el ano?

Empezó a gemir cada vez más fuerte. Le tapé la boca. Cerraba los ojos y paraba su culo para que entrara más. Me dio un morbo impresionante ver su hermoso culo pegarse a mi pelvis y le arree una cachetada en las nalgas, luego otra, otra, otra… Embestía y le largaba una cachetada, embestía y otra cachetada, y así repetí y repetí. Perdí el control, no se cuanto tiempo estuve en ese ritmo. Ella estaba extasiada, se vino otra vez.

De pronto ella apretó sus esfínteres y aprisionó mi glande. ¡Qué rico se sentía, la fricción en mi cabecita! Me pregunté quién era esta mujer, tan diferente de mi inocente Sofía. Esta era una máquina del sexo. De pronto escuché, “Ahhhhhhhh”. MI hermosa Sofía se vino. No pude resistir más la fricción en mi glande y conteniendo mis gruñidos me vine dentro de ella. Bañé sus entrañas, descargué completamente mis huevos mezclando mi leche con la leche de David. Caí sobre ella, me sentí seco, más exprimido que una toalla. La besé, mordí sus labios y la abracé desde atrás.

-          Fue maravilloso, quiero uno así todos los días – dijo ella.

-          Quieres que te coja todos los días o quieres tener dos hombres todos los días – ella sonrió, me miro directo a los ojos, no dijo nada, no era necesario, su cara decía que sí.

-          ¡Mierda, disculpa! ¿mira lo que te hice? – sus nalgas estaban moradas de tanto golpe que le di. Ella me besó, metió su lengua, y me mordió.

-          Tú también me marcaste ¡ahora soy tu yegüita! – lo dijo tan apacible… no era la misma, algo había cambiado en ella.

 

El mismo día se cogió dos hombres y los dos le dejaron marcas. Mi dulce Sofía era verdaderamente una putita. No era mucho tiempo que ella era solo mía y ahora era mujer de otro. ¿Y qué era yo? Yo era el otro, era el novio. Las cosas se me revolvían en la cabeza. Esta situación no estaba bajo mi control. Me preguntaba ¿Qué ha estado haciendo Sofía cuando no estaba conmigo?

 

Recordé entonces, un viaje que hice al norte del país para asentar mi auto nuevo. Fue recomendación de un mecánico. Manejé solo por 14 horas. Era semana santa. Cuando llegué a la ciudad me pasé un par de horas buscando hotel. Hacía 4 meses que Sofía había terminado conmigo y desde entonces no nos habíamos comunicado. Mis contactos en la ciudad con me contestaban. Estaba solo y no conocía a nadie. La llamé. Sofía estaba alegre:

-          Hola, ¿cómo estás? – me contestó ella.

-          ¿Estás libre? Estoy en el norte.

-          Si, estoy libre. Déjame ver si consigo pasajes.

 

Llegó en la tarde. La fui a recoger al aeropuerto y la recibí con un beso apasionado. Apenas llegamos al hotel me tire sobre ella en la cama. No tardé mucho en sacar sus tetas y tenerlas entre mis manos. Eran una delicia. Mamar esas tetas, chupar los pezones lamer su pecho, todo era un pedazo del Nirvana. A ella le gustaba tanto mamar, que se soltó de mí me quitó el pantalón y se dedicó a esa tarea. Lamía, chupaba, succionaba, apretaba, acariciaba. Sabía todas las técnicas. Recuerden que no estaba con ella desde hace 4 meses. Me eché en la cama y ella se apoderó de mi pene y empezó a bajar labia mi tronco de arriba abajo. Llegó al prepucio y se dedicó a lamer. Nunca había echo eso, me admiré de su desempeño y lo disfruté. Luego bajó mas y más y más y de pronto metió su lengua en mi ano… empecé a gemir. “¿Te gusta? Me preguntó. “Sí, continúa mi amor”, le aseguré. Ella entonces lamía mi pene y bajaba su lengua hasta mi ano e introducía su lengua.

 

Recuerdo que una vez me preguntó si yo era gay, debido a mi gusto de darle por el culo. Le dije que no. Yo siempre he sentido atracción por las mujeres. Ver a una mujer bonita siempre me causaba una erección. Pero siempre me atrajo la práctica contra natura. Leí mucho sobre el tema y manteniendo la limpieza se puede disfrutar pues es una zona erógena. Por supuesto, en mí concepción, el disfrute era estimular y penetrar a las mujeres por el ano no que una mujer me estimulase a mí. Éramos muy jóvenes, todavía estábamos aprendiendo.

 

Ella seguía jugando con mi ano poniendo mi pene extremadamente duro. Vi mi glande ponerse morado e hinchado en su máxima dimensión. Ella sabía lo que estaba haciendo ¿Dónde había aprendido eso?

 

La recosté en la cama. Mamé sus tetas, su ombligo, vientre plano y pasé mi lengua por los labios de su vagina. Eso le gusta mucho a ella, le gustaba gozar conmigo allá abajo. Lamí, lamí y metí mi lengua. Ella se estremecía, gemía. Seguí con mi tarea hasta recibir su orgasmo. Chupé sus jugos, delicioso. Luego me eché sobre ella y empecé el ritual de la penetración. Ella agarró mi pene y lo pasaba por sus labios vaginales como si fuera “un pincel”. Eso la enloquecía. Se retorcía de placer manipulando mi miembro en el exterior de su vagina. De ponto di una estocada y empecé a meter mi miembro. “Ahhhhhhh”, gimió ella. Se relamía de gusto, me besó, me metió la lengua… esta mujer me estaba cogiendo. Luego empecé a bombear 10, 15 minutos. Le di vuelta y la cogí en perrito que tanto le gusta. El tiempo pasaba 15, 20 minutos. Ella gemía, gritaba, hasta que se vino. “AHHHHHHHH, que rico mi amor”, gritó. La volteé frente a mí, la besé y la penetré. Continué el mete y saca. Seguía dándole, pero por estar erecto tanto tiempo, mis fuerzas empezaban a menguar.

 

Mi erección bajo y ella lo notó. Empezó a acariciar mi espalda, delicioso, sobó mis nalgas, acarició mi trasero y de pronto tocó mi ano con sus dedos, lo empezó a frotar. Sin previó aviso metió un dedo en mi ano. “¿Qué haces?”, le pregunté. “¿No te gusta?, es para que recuperes la erección… está funcionando, dame más, mi amor”, ella tenía razón mi pene se recuperó y se endureció como piedra. Sentía que se ensanchaba tanto que su vagina me presionaba de manera impresionante. Yo hice lo mismo, metí un dedo en su culo y en sus esfínteres sentí mi pene entrando y saliendo de la vagina. Con mi dedo en su culo empecé a estimular mi pene. De solo pensar yo allí penetrando sus dos agujeros y ella penetrando mi ano. No pude resistir más y me vine, inundando su vagina. Ella gritó y también se vino. Mi dedo en su ano sintió las contracciones de mi pene y la respuesta de su vagina al venirnos. Supongo que ella sintió lo mismo con su dedo en mi ano.

 

Ya relajados y entrepiernados en la cama le pregunté:

-          ¿Cómo se te ocurrió hacer eso?

-          ¿Qué, meterte el dedo?

-          Si, es algo que nunca habías hecho.

-          Son las nuevas cosas que he aprendido.

-          ¿Y cómo así?

-          He tenido buenos maestros. He estado activa este tiempo que no nos vemos.

-          ¿Has estado con otro?

-          Con otros, plural – me dijo con una sonrisa mientras en mi mente quedó grabado “otros”. Quiere decir que ha estado con varios. Se fue una mujer inocente que en cuatro meses se convirtió en toda una puta. ¡¡¡Asu madre!!!

-          ¿Con cuántos has estado, cuéntame?

-          ¿Quieres escuchar mi historia? – me miró a los ojos dominante.

-          Sí.

 

Agarró mi pene que empezaba a pararse y dijo, veo que te gusta oir que sea tan puta. Acto seguido comenzó su relato.

 

Continuará…

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🍒 Pregunta Cereza

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