🔥 Nuestro secreto siendo esposos

Capítulo 6: "La playa donde nadie se esconde"

🌞 Piel, sol y deseo

Era su último día en Austin. Habían oído de esa playa secreta, dentro del parque, donde el nudismo era parte del entorno, no del escándalo. Al llegar, Mireya dudó. Pero al ver a parejas caminando libres, piel contra el viento, cuerpos reales, sin vergüenza, sin necesidad de esconder nada… sintió curiosidad.

—¿Te animas? —le preguntó él, con esa sonrisa que conocía de memoria.

Ella se quitó la blusa. Luego el short. Y quedó completamente desnuda.

—Tú primero —le dijo, desafiándolo.

Caminaron entre la arena y la vegetación, como si nada los cubriera… pero con una seguridad extraña. Nadie los juzgaba. Algunas miradas se cruzaban. Algunas sonrisas también. Pero no había morbo. Solo libertad.

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🖤 El grupo en la orilla

Un grupo de jóvenes —cuatro hombres y una chica— jugaba a pocos metros. Uno de ellos se acercó y les ofreció una bebida fría.

—Primera vez aquí, ¿cierto?

—¿Tanto se nos nota? —dijo Mireya, riendo.

—No —respondió el chico, mirándola directo a los ojos—. Pero ustedes brillan distinto.

La conversación fluyó con naturalidad. Hablaron de viajes, de libertad, de cuerpos que no se esconden. La chica del grupo la miró con picardía:

—¿Saben jugar a las miradas?

—¿Cómo es eso? —preguntó Mireya, intrigada.

—Nos colocamos en círculo. Nadie se toca. Solo nos miramos. A los ojos. A la piel. A la respiración. A veces, eso basta para sentirlo todo.

Ella miró a su esposo. Él asintió. Con una mezcla de curiosidad y deseo.

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🔥 El juego silencioso

Se formó el círculo. Todos desnudos. Cuerpos jóvenes, bronceados. Ella en el centro, sentada en la arena, con los ojos vendados como parte del reto. Uno a uno, los jóvenes se turnaban para acercarse… sin tocarla. Solo la rodeaban. Respiraban cerca. Se agachaban junto a ella. Le hablaban suave, sin palabras.

Su esposo observaba desde fuera. No participaba aún… pero sus ojos no parpadeaban.

Mireya sentía el calor. Las respiraciones. El deseo contenido. Su piel respondía a todo, incluso sin contacto. Uno le rozó los labios con aliento. Otro le murmuró algo al oído, algo que no entendió… pero que la estremeció.

Ella se mordió los labios. Se arqueó sin querer. Y luego se quitó la venda.

Los miró a todos. Luego lo miró a él.

—¿Hasta dónde te atreves a verme?

Él se acercó. Por fin.

—Hasta donde tú me lleves —dijo, antes de besarla frente a todos.

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🌘 De regreso al hotel…

Esa noche no hablaron mucho. Solo se miraban. Ella aún tenía arena en el cabello. Él aún tenía fuego en la piel.

Hicieron el amor como si tuvieran testigos invisibles. Como si cada roce aún llevara las huellas de la playa… de las miradas… de lo que no dijeron, pero ambos sintieron.

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