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🔥 Nuestro secreto siendo esposos Capítulo 8: “La cena que no terminó en la mesa”

Publicado hace 5 días Categoría: Orgías 136 Vistas
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🔥 Nuestro secreto siendo esposos

Capítulo 8: “La cena que no terminó en la mesa”

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🌒 La invitación

Mireya la planeó con delicadeza: una cena formal, en su casa, con Mariela y Valeria… y sus esposos. No era casualidad. Sabía lo que hacían sus amigas cuando estaban a solas. Habían compartido juegos, miradas, secretos. Pero esa noche, por primera vez, los hombres estarían dentro del círculo.

—¿Estás segura? —le preguntó su esposo, en la cocina, mientras servían vino.

—Ellas también lo propusieron —respondió Mireya—. Pero nadie sabe lo que pasará. Solo lo que podría.

Él la miró. Ya no se sorprendía de su seguridad. Pero aún se dejaba arrastrar por ella.

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🖤 La cena

El ambiente era perfecto. Luces tenues, música de fondo, risas que fluían sin esfuerzo. Mariela y Valeria estaban radiantes, sus vestidos ajustados justo lo necesario. Los hombres —cómodos, pero intrigados— empezaron a notar que la conversación giraba cada vez más hacia lo sugerente.

Anécdotas compartidas. Juegos de palabras. Cruces de piernas. Miradas que duraban más de la cuenta.

En algún momento, entre la segunda copa y el postre que nadie tocó, Valeria soltó sin rodeos:

—¿Y si jugamos a “las confesiones”?

Silencio. Y luego, una risa cómplice.

—¿Qué tipo de confesiones? —preguntó el esposo de Mariela, con tono curioso.

—Solo las que no cambiarían nada… pero lo cambiarían todo —susurró Mariela.

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🌌 El cambio de escenario

La mesa quedó atrás. Las copas se mudaron a la sala. Las luces bajaron aún más. Los cuerpos, relajados por el vino, comenzaban a acercarse más de lo usual. Una mano que tocaba un muslo sin prisa. Un beso en la mejilla… que se deslizaba al cuello.

Mireya se recostó en el sofá, entre su esposo y el de Valeria. Él la miró, con deseo contenido. Su esposo también. Nadie dijo nada.

Mariela se sentó en el regazo de su esposo y empezó a acariciarle el pecho por dentro de la camisa, mientras Valeria ya tenía la mano del suyo entre los muslos.

Fue entonces cuando todo dejó de ser solo juego.

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🖤 La noche

No hubo intercambios completos. No aún. Pero sí hubo exploración. Bocas que se buscaron sin permiso. Manos curiosas, atrevidas. Una rodilla rozando piel desnuda. El cuerpo de Mireya arqueado mientras dos manos —que no eran solo las de su esposo— la tocaban al mismo tiempo.

Mariela y Valeria, entrelazadas en el sofá opuesto, se desvestían mutuamente como si lo hubieran hecho mil veces. Sus esposos, tensos de deseo, miraban… y actuaban.

La casa se llenó de suspiros. De gemidos suaves. De respiraciones que no sabían dónde detenerse.

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🌒 Al amanecer

No todos durmieron juntos. Algunos se fueron antes. Otros, a medias vestidas. Pero la risa se mantuvo.

Antes de salir, Mariela le dijo al oído a Mireya:

—Esto… fue solo el comienzo.

Ella sonrió, descalza, envuelta apenas en la bata.

—Lo sé.

Y lo esperaba.

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