Guía Cereza
Publicado hace 1 día Categoría: Sexo virtual 51 Vistas
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Era pasada la una de la madrugada cuando me llamó. No era raro que habláramos tarde, pero sí que lo hiciéramos en videollamada. En la pantalla, su cara apareció iluminada por la luz cálida de su habitación. Sonreía con ese gesto que siempre me había parecido demasiado sexy para ser inocente.

Hablábamos de cosas sin importancia: profesores, anécdotas de la universidad, chismes viejos. Yo estaba tumbado en mi cama, ella recostada contra sus almohadas. No sé en qué momento empecé a fijarme más en el tirante de su camiseta, que se deslizaba un poco sobre su hombro, dejando ver más piel de la que debería distraerme.

Entre frase y frase, noté que su voz se hacía más lenta, más baja. También noté que mis ojos ya no se fijaban tanto en su boca cuando hablaba, sino en la forma en que mordía su labio entre palabra y palabra.

—¿Estás cansada? —le pregunté, intentando romper la tensión que crecía.

—No… —respondió, y sonrió como si supiera exactamente qué estaba haciendo—. Solo… te estaba mirando.

Ese "mirando" se quedó flotando entre nosotros. El silencio no fue incómodo; fue eléctrico. En mi pecho, el corazón empezó a golpear más fuerte. La cámara de su teléfono se movió un poco, dejándome ver más de su cuerpo, apenas cubierto por una manta ligera.

—Hace calor… —murmuró, apartándola lentamente. Mi garganta se secó, mis pupilas se dilataron.

No hubo un acuerdo explícito, pero algo en nuestras miradas cambió. Sus manos desaparecieron bajo el borde de la pantalla, y yo supe exactamente qué estaba haciendo. La vi morderse el labio, cerrar los ojos, y un calor inmediato me recorrió entero. Sin pensarlo, hice lo mismo: mi mano se movió fuera de la vista, pero no de su imaginación. Fue evidente como mis sabanas se apartaron, era evidente el ritmo que mi hombro adquirió.

Sus respiraciones se mezclaban con las mías, subiendo de intensidad. Cada vez mas rápido, cada vez mas fuerte, miradas fijas que transmitían más que cualquier palabra. Como llegamos a este momento? cual fue el indicio? me llamo con esta intensión? imposible que una conversación tan random le generara esto? mil preguntas en un segundo, una incerteza rota por la imagen de su lengua humectando unos labios que nunca morbosee, pero que en este instante eran mi único anhelo. Ninguno decía palabra; ahora todo era jadeos, miradas, picadas de ojo y esa conexión peligrosa que nos hacía olvidar que había una cámara de por medio. Cada vez que ella dejaba escapar un suspiro más largo, yo aceleraba el ritmo, y lo mismo hacía ella cuando me escuchaba contener el aire. Sus mejillas hermosas estaban rosadas, yo evitaba ver mi cara en la pantalla, la tonta expresión de la excitación masculina me distraía.

Por unos minutos no existió el mundo, solo la pantalla, su cara iluminada, su piel erizada y el sonido entrecortado de dos personas que, a kilómetros de distancia, se estaban sintiendo como si estuvieran en la misma cama.

Cuando llegamos al límite, al anhelo de explotar, lo supe por la forma en que me sostuvo la mirada, sin parpadear, con su boquita entre abierta y de fondo ese sonido liquido del placer femenino...hasta que ambos nos llegamos casi al mismo tiempo. Silencio. Respiraciones largas. Sonrisas cómplices.

—Creo que… te voy a llamar más seguido de madrugada —dijo, y supe que no era una broma...

PANTALLA EN NEGRO.

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