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La vez pasada fui a casa de mis papás, cuando entré me extrañé al ver a dos personas que no conocía, saludé como de costumbre y mi mamá tomo la palabra.
—Hijo, saluda a tu tía Chely y a tu prima Alexandra, ellas son del pueblo no las conocías porque no vas para allá pero son familia.
—Mucho gusto, soy Angel.
—¿Tú eres el mayor verdad?—. Dijo la tía dándome la mano.
—Sí y el más guapo.
Mi mamá y la tía rieron. Me quedé pensando un momento por qué Alexa tenía el labio abierto y la mejilla morada.
—Hijo de hecho, qué bueno que viniste, me gustaría pedirte un favor, no sé si hay posibilidad de que Alexa viva contigo un tiempo—. Dijo mi mamá.
—uhmm ¿por qué o cómo?
—Ay hijo, es que su papá le pegó porque no quiso trabajar en la cantina del pueblo, tu tío quería la quería obligar a trabajar para que con ese dinero se embriague, ya no sé qué hacer hijo, siempre me la maltrata—. Dijo la tía Chely indignada.
—Sólo por unas semanas, en lo que tu tía le busca un cuarto para ella sola—. Dijo mi mamá.
—Claro, sí, sin problema, solo que nada más tengo una cama, por un tiempo se tendrá que dormir en mi sofá.
—Ay hijo muchas gracias, no sabes cuánto te lo agradezco, cuando encuentre manera de mandar a la chingada a mi marido, mi hija podrá regresar—. Dijo la tía estrechando mi mano entre las suyas.
—No se preocupe tía, cuenten conmigo—. Dije seguro, mi novia se iría tres semanas a Texas así que no tenía de qué preocuparme.
—Bueno hijo vamos a comer para que te vayas con tu prima y le muestres el lugar.
—Sí má.
Cuando Alexa se levantó para comer me quedé frío, la vi bien de perfil; bajita de 1.60 aprox., con unas tetas enormes que colgaban deliciosamente, unas nalgas prominentes debajo de unos jeans ajustados. Su cara es muy tierna para sus 23 años, hermosa a pesar de sus golpes, ella me sonrió. Quedé impresionado y empecé a fantasear con sus tetas.
Terminamos de comer, ya era hora de irnos, le ayudé con sus cosas y nos fuimos. Ya en camino comenzamos a platicar—Qué bonito departamento, todo limpio y ordenado—. Dijo Alexa asombrada.
—Sí, me gusta tener todo limpio.
—¿Y vives solo?
—Sí, solo mi familia y amigos vienen aquí.
—Disculpa las molestias primo, ya te vine a importunar.
—No es ninguna molestia.
Le mostré el departamento y le dije en donde podía dejar sus cosas.
—Si quieres te puedo dar la clave del Wi-Fi, tengo Netflix y esas cosas.
—Gracias, eres muy atento.
En la noche la llevé a comer hamburguesas, todo transcurrió normal, ella se veía muy feliz y yo me sentí a gusto con ella.
Regresamos, ya era tarde y yo me disponía a ducharme, me metí al baño, como vivo solo, nunca le pongo el seguro a la puerta, me empecé a desvestir y abrí la llave de la regadera, cuando escucho que se abre la puerta, era Alexa desnuda envuelta con una toalla.
Me cubrí inmediatamente, del susto ella dejó caer la toalla, pude admirar sus pezones paraditos coronados por una areola grande y cafecita, su conchita estaba cubierta con vello fino, en ese momento mi verga se paró y ella cuando volteó a verme la vio asombrada
—Lo siento, no le puse seguro a la puerta—. Dije "cubriéndome" la entrepierna.
—Perdón no sabía que estabas aquí, no te vi y supuse que habías salido a comprar o algo—. Dijo Alexa tomando su toalla.
—Si quieres ducharte tú primero adelante, yo esperaré afuera.
—Si quieres nos duchamos juntos—. Lo dijo con un tono muy pícaro. Sentí calor y la verga se mantuvo dura
—No prima como crees.
—Ya nos vimos desnudos, no importa, ven, vamos.
Me quedé sorprendido porque Alexa no era tan tímida como parecía, ella soltó nuevamente su toalla y nos metimos a la ducha.
—Oye, no estés nervioso, te pedí que nos ducháramos juntos porque nunca he visto a un hombre desnudo y mi mamá no me deja tener novio, espero que no te enojes conmigo—. Dijo metiéndose bajo el agua.
—¿De verdad? Me cuesta creer que con tu cuerpo y con esa carita tan preciosa no tengas novio—. Dije simulando asombro.
—Yo no te veo como primo, apenas nos conocimos y me gustaste, y tenía curiosidad—. Dijo y me comenzó a enjabonar el pecho y la espalda.
—Tú también me gustas nena—. Me pidió que la enjabonara.
—Oye, puedo tocar tu verga, nunca he tocado una—. Dijo titubeando.
—Adelante. Tócala.
Me la agarró con su mano derecha, con la izquierda me tomó una mano y me guio a su conchita, pasé mis dedos por encima de sus labios, soltó un pequeño gemido.
—Se siente durita y está grande—. Dijo con una cara de putita. Soltó una risita y terminó de ducharse, yo quería seguir el juego pero no en la ducha.
Nos vestimos, le dije que ella podía dormir en mi cama y que yo me quedaría en el sofá, aceptó gustosa.
No podía dormir, Alexa estaba a menos de tres metros y me había dejado con las ganas, en el momento en que me iba a parar e ir a la habitación escuché unos pasos hacía mí.
—Primo, hace mucho frío, vente a acostar conmigo.
—Esto no es nada, he dormido en mi auto, en el suelo—. Dije haciéndome el "difícil".
—Sí pero no quiero que te enfermes.
Me incorporé, Alexa traía puesto un mini short y una playera holgada blanca, podía ver sus ricos pezones transparentarse.
Nos acostamos y al cabo de un rato ella se volteó y me abrazó, la verga se me puso dura, de repente sentí su mano y empezó a jalármela, la miré y ella estaba sonriendo.
—¿Quieres continuar verdad?
—Sí—. Dijo en voz bajita.
Yo ya estaba muy caliente y era obvio que ella era virgen así que la jalé hacia mí y la empecé a besar, eran unos besos profundos y apasionados, con mi mano derecha acariciaba sus tetas y apretaba sus pezones, le saqué la playera liberando sus enormes tetas, me las empecé a comer, mordiendo despacio sus pezones, soltó un suspiro y su respiración se aceleró. Fui bajando con mi mano, con las yemas de mis dedos acariciaba su vientre, metí la mano debajo de su short y empecé a dedear su conchita, soltó un gemido más fuerte y se entregó a mí, empezó a lubricar y con mis dedos le di una probada de sus jugos.
Encendí la luz y le quité el short.
—Quiero entregarme a ti pero nadie debe saberlo—. Dijo con un poco de miedo.
—Confía en mí preciosa.
Suavemente empecé a darle lengua en su conchita chorreante, jugando con su clit, metiéndole la lengua, Alexa se retorcía de placer, succioné sus labios carnosos, me tomó del cabello guiándome, mientras yo le sujetaba las piernas sin dejar de lamer.
Me aparté, me saqué la verga y se la puse en la cara.
—Chúpamela—. Le ordené.
Al principio lo hizo torpemente pero cuando entendió cómo hacerlo me hizo una mamada espectacular tanto que estuve a punto de correrme en su boca.
La acosté boca arriba y me subí en ella, puse mi verga entre ese par de jugosas tetas y empecé a hacerme una rusa, Alexa me miraba excitada, después ella se agarró ambas y me apretó la verga, saqué una botella de aceite y eché un chorro para que me pajeara más rico, metí mi pulgar en su boca y lo chupó como si fuera una paleta.
—Pequeña zorra—. Le di una bofetada leve y se calentó más.
Me eché otro chorro de aceite en la verga y la froté contra sus labios húmedos, fui entrando lentamente, cuando llegué a la mitad empujé con fuerza, se escuchó como se rompió su himen, su virginidad era mía, mi verga estaba llena de sangre.
Alexa cerró los ojos y apretó los labios, se quejó un poco, me detuve un momento y poco a poco empecé a penetrarla, subí sus tobillos a mis hombros, sus quejidos se volvieron gemidos, de repente ella me pedía más.
—Sí así que rico primo.
—Muérdete los pezones.
Me obedeció, sus tetas son tan grandes que no tuvo problema con succionar cada uno.
Empecé a lamer los deditos de su pie, uno por uno, tomé su otro pie y puse ambos frente a mi boca, deslicé mi legua a lo largo de sus plantas lisas y blanquitas, di una pequeña mordida a sus talones y apreté el ritmo de mis embestidas.
—Así nene, dame más duro, qué rico me encanta tu verga, así AH AH AH.
Me calenté más, me incliné hacia ella, apreté ambas tetas, mordí sus pezones y Alexa dio un gemido largo.
Cambiamos de posición, ella me montó, primero se movía en vaivén pero después comenzó a darse de sentones, ella gritaba, dejó caer su peso sobre mí y solo movía las nalgas de arriba hacia abajo y yo hundí la cara entre sus tetas, apreté sus nalgas para hacer más profunda la penetración.
La recosté de lado y me puse detrás de ella y volví a darle, a ella le encantaba esa posición, yo la tenía sometida, mientras mi verga entraba y salía la besaba metiéndole la lengua a lo más profundo de su boca.
Ella gemía más fuerte y yo ya no aguantaba, me incorporé, puse mi verga entre sus tetas, me dio 3 – 4 pajeadas con ellas y me corrí, eché una descarga de espesa leche caliente sobre sus dos nenas, un poco cayó en su cuello y su mejilla, me tiré a su lado exhausto.
—Estuvo muy rico nene, me encantó—. Dijo satisfecha.
—A mí también muñeca.
Nos dimos un beso y me acarició la verga hasta que volvió a ponerse dura.
—¿Nos bañamos otra vez?—. Dándome a entender que necesitaba limpiarse.
—Sí bebé.
Volvimos a la regadera y lo hicimos bajo el agua caliente.
Nos quedamos dormidos abrazados y desnudos.
Al día siguiente ella se levantó primero, me despertó con un beso en la boca y me dijo que había preparado el desayuno, yo estaba algo cansado pero a gusto por la faena de la noche anterior.
Quedé impresionado con el delicioso desayuno que había preparado, charlamos un poco mientras comíamos.
—¿Qué te pareció anoche nena?
—Me encantó, ¿podemos hacerlo hoy también?
—Sí bebé, pero ya sabes, esto queda entre nosotros.
—Sí nene, no te apures.
Esa tarde salimos a pasear, cuando caminamos buscando tacos nos topamos con una sex shop.
—Nene, ¿qué venden ahí?
Es una sex shop, venden cosas para el sexo.
—¿Podemos entrar? No conozco esas tiendas.
—Claro, vamos.
Alexa vio muchas cosas y parecía niña en una juguetería, había conjuntos, vibradores y todo tipo de cosas, quise llevar las cosas a otro nivel y le dije:
—Oye, ¿si te compro eso (señalando un traje de sirvienta) te lo pondrías?
Ella dijo que sí y preguntó por un producto de ahí, el encargado de la tienda le explicó que era un dispositivo para lavarse el ano cuando se practica el sexo anal, a ella por alguna razón le encantó la idea y me pidió comprarlo, sin dudarlo acepté.
Comimos y regresamos al departamento, me dijo que esperara en la sala mientras se preparaba en el baño.
Pasaron unos 15 minutos y Alexa salió con ese conjunto de sirvienta, le quedaba muy bien, parecía que sus tetas iban a reventar la blusa y sus nalgas se veían deliciosas con esa falda súper corta.
Alexa me sentó en el sofá, se arrodilló, me desabrochó el pantalón, liberó mi verga y empezó a mamármela de manera muy desenfrenada, yo divagaba, estaba muy caliente. Alexa se puso de pie y se subió en mí, me aprisionó entre sus rodillas y se sacó las tetas, tomó un bote de Nutella y se untó el chocolate en sus tetas gordas y duras, empecé a comérmelas pasando mi lengua por sus pezones, lamiendo ese chocolate tan rico, di pequeñas mordidas y ella gemía despacio.
Se levantó, me agarró de la verga y me hizo seguirla a la habitación.
—Quiero que solo tú me des por el culo nene—. Dijo decidida.
Se puso en cuatro, levantando la cadera, tomé la botella de aceite y eché un poco sobre sus nalgas, las acaricié esparciendo el aceite en su orto, le clavé un dedo, luego otro estimulando su interior, Alexa gimió y se puso más dilatada.
Me eché un chorro de aceite en la verga, la tomé firmemente de la cadera y froté la punta de mi verga contra su orto, empecé a empujar, ella se quejaba, poco a poco fui entrando hasta que mi verga desapareció en su culito, Alexa soltó un gritó y relajó la cadera. Me quedé inmóvil un momento y la besé mientras dedeaba su conchita, comencé a penetrarla lentamente, a ella le dolía, paré un momento.
—¿Quieres que pare?
—Me duele pero no pares.
La nalgueé y volví a darle hasta que mis movimientos se hicieron más rápidos, Alexa ya no se quejaba, gemía y me decía que no parara.
Cambiamos, la puse de misionero, me eché más lubricante en la verga y volví a penetrarla, la tomé firmemente de los tobillos y lamí sus plantas, aumenté el ritmo, ella soltaba gemidos que se volvieron gritos, Alexa apretaba tan rico y mi verga entraba deslizándose impactando su culito de manera brutal.
Tensó las piernas, dio un grito largo y soltó un squirt, hundí la cara entre sus suelas mordiendo sus talones, yo no paré hasta que me vine llenándola con hasta la última gota de leche, cuando saqué mi verga me quitó un poco de semen con su mano y se lo comió.
—De hoy en adelante soy tuya, puedes cogerme cuando quieras, pero como primos ehhh jeje—. Dijo temblándole las piernas.
—Sí preciosa.
Alexa estuvo conmigo casi un mes, hasta que su mamá le encontró un cuarto.
Mientras estuvimos juntos me hacía de comer y limpiaba el departamento, cuando llegaba del trabajo ella me atendía como si fuera su esposo jajaja.
Nos duchábamos juntos y cogíamos todas las noches probando nuevas posiciones, cuando no lo hacíamos ella me besaba tiernamente abrazados en la cama hasta que nos quedábamos dormidos. Si hacía calor dormíamos desnudos, y en las mañanas a veces me despertaba con una buena mamada o si yo despertaba antes le bajaba las bragas y frotaba mi verga en sus nalgas, ella se despertaba y me montaba dejando caer sus tetas sobre mi cara.
Ya no regresó a su pueblo, hablé con un amigo que es gerente en una agencia de autos para que le diera trabajo a Alexa.
—Sí we, mándamela pero a ver enséñamela —le mostré una foto cachondona—, ¿No mames a poco sí es tu prima?
—Sí, y a la prima se le arrima jajaja.
—¿A poco ya te la machinaste?
—fffsshhhh jajajaja.
—Pinche Angel eres cabrón, va, mándamela, sí se me antojan esas tetotas jajaja.
Y sí entró a trabajar ahí. Siempre va de falda corta o pantalón de vestir y blusita ajustada, zapatillas abiertas o flats, se ve deliciosa y evidentemente los weyes de ahí se le dejaron caer como lobos.
Lo de menos era convencer a su mamá para que Alexa se quedara conmigo pero decidí que lo mejor era no levantar sospechas, aparte de que mi novia regresaría en cualquier momento.
De todas formas a veces voy por ella al trabajo y no puedo evitar calentarme viéndola con su outfit ejecutivo y no puedo esperar para llegar a su habitación y cogérmela por el culo, como más le gusta a ella.






