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Mientras buscaba aseadora para la oficina y después de varias entrevistas, llegó una señora casada de 35 años, Yanira quedo contratada de inmediato
El primer día que empezó a trabajar llego con una falda corta y un escote, la señora tenía un magnífico cuerpo y lo lucia muy bien, se agachaba y mostraba sus anchas caderas y su redondo y parado trasero. y empecé a prestarle atención cuando lavando el baño se mojó la blusa que traía puesta y se le veían las tetas con los pezones bien parados, me quede sin habla, hasta que note su sonrisa pícara que me mostro que le había gustado verse observada. Cuando terminó el aseo se sentó y me dijo que si se podía quedar un rato ya que había terminado su oficio antes del horario de salida, faltaban dos horas antes de que su marido la recogiera
Empezamos a hablar y me contó que su marido la celaba mucho, yo le dije que era porque ella era muy bonita y estaba muy buena, se empezó a reír. ¿será que si Don Gustavo? Le dije que si quería dejara la blusa colgada en el baño para el día siguiente. Lo que no esperaba es que se la quitara delante mío antes de ponerla a secar en el baño. yo quedé paralizado viendo ese par de tetas paraditas y de pezones erectos ...
Cuando regresó, solo llevaba la falda y debajo un tanga negro que me dejo ver al sentarse en el sofá de la oficina. Me acerqué a ella, sintiendo cómo su presencia me envolvía.
—Eres muy bonita —murmuré, sin poder contenerme más. —No me extraña que tu marido te cele tanto.
Yanira se río, un sonido suave y seductor.
—Sí, siempre fue muy celoso. Pero nunca había tenido un jefe tan maduro y guapo, que me haga sentir escalofrió con su voz. creo que si me pidiera algo no podría decirle que no —dijo, acercándose aún más.
No dije nada más. La tomé de la cintura y la atraje hacia mí, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío. Le levanté la falda con lentitud, revelando su tanga húmedo. La tela estaba pegada a su piel, y pude ver que estaba excitada. Sin pensarlo dos veces, la besé con pasión, mis labios presionando contra los suyos mientras mis manos exploraban su cuerpo. Sus pechos eran suaves y firmes, y sus pezones se endurecieron aún más bajo mis dedos. Jugué frotándolos hasta ponerlos muy erectos y entonces bajé para chuparlos
Yanira respondió con la misma intensidad, sus manos deslizándose por mi espalda. La guie hacia el escritorio, recostándola sobre la superficie fría. Le quité la tanga de un tirón, dejando al descubierto su sexo húmedo y con vellos crespos. Me arrodillé frente a ella, sintiendo su aroma femenino en mi nariz. Con lentitud, acerqué mi boca a su clítoris y comencé a lamerlo con suavidad, mientras mis dedos exploraban sus labios hinchados.
—Ah… sí… —gimió, arqueando la espalda. —Eso… eso es tan bueno…
Sus palabras me excitaron aún más. Me levanté, desabotonando mi pantalón para liberar mi verga erecta. Me coloque entre sus piernas y la penetré despacio, sintiendo cómo sus paredes se ajustaban a mí pene como si estuviera hecha a la medida. Comenzamos a mover las caderas en suave vaivén, pero con fuerza, embistiéndola con un ritmo constante que la hizo gemir de placer.
—Más… por favor, más… —suplicó, sus uñas clavándose en mis hombros.
Le di todo lo que pedía, aumentando la intensidad de mis embestidas. Podía sentir cómo se tensaba bajo mí, su respiración acelerada y sus gemidos cada vez más altos. Pero no quería que terminara aún. La puse en cuatro patas sobre el escritorio, su culo en alto y su vagina aun palpitando de mi verga. Sin previo aviso, coloqué la cabeza de mi verga, ya gruesa y gorda al máximo y la penetré por el ano, sintiendo cómo su músculo se resistía al principio antes de ceder.
—Ah… mierda… eso es… tan profundo… —gimió, su voz quebrada por el placer.
La penetre con fuerza, sintiendo cómo mi verga entraba y salía de su ano estrecho. Sus gemidos se volvieron más intensos, y su cuerpo temblaba bajo el mío. No pude aguantar más. Con un gruñido, me vine dentro de su culo, llenándola con mi leche caliente mientras ella tenía un orgasmo explosivo, gritando de placer.
Pasamos el resto del tiempo mientras yo exploraba cada rincón de su cuerpo con mi lengua, alternando entre su clítoris y su ano, cada vez con más intensidad. Yanira era una mujer erótica, una verdadera puta … sabia moverse con la verga dentro de sus orificios.
A los seis pasos su esposo por ella, al día siguiente ambos llegamos muy temprano para aprovechar el día antes de que su marido fuese por ella.
Lo primero que hizo fue darme la mas deliciosa mamada de mi vida. Esa mujer sabia chupar como ninguna y luego en el baño se doblo sobre la taza y levanto su culo para disfrutar de mis penetraciones ….
Esos fueron los mejores tres meses de mi trabajo en esa oficina… las tima que su esposo sospecho y la saco del trabajo …no volví a verla






