Para los lectores que no lo sepan, Platero es un burro, y es el personaje central de una obra literaria de Juan Ramón Jiménez llamada: ”Platero y yo”, bueno hecha la aclaración procedo a contarles la historia.

Tenía yo una novia que con el transcurrir de nuestra relación, logró que me enamorara perdidamente de ella, era una mujer muy agradable, dulce y especial, y a nivel ya físico, era de esas mujeres que como dicen no le falta absolutamente nada y todo lo tiene muy bien puestecito en su lugar.

Luego de un tiempo ya los besos eran solo una emoción más y yo deseaba algo mucho más íntimo, pero mi novia a duras penas me dejaba darle uno que otro besito en el cuello, una que otra tocadita en las téticas, una que otra caricia en las piernitas, pero de aquello nadaaaa!`.

Cuando intentaba avanzar más allá, siempre me encontraba con una pared o muro infranqueable, además que venía de una familia muy conservadora, y no era como muy bien visto comerse los dulces antes del matrimonio, decía ella y decía su familia. Además con el agregado que era virgen, total que situación tan desesperante.

He sido una persona, y me considero de muy buena charla, simpático, entrador, galante, consentidor, buen bailarín, mejor dicho como dicen de los abogados: Tomatrago, mujeriego y buen jugador de billar. jajaja!

Agoté con ella todos los recursos habidos y por haber, serenatas, flores, chocolates, helados, bailecitos con uno que otro traguito que la obligaba a tomar, ya que por cierto no tomaba, a ver si de pronto como dicen abría la patica, pero nada! Y créanme que mi intención a pesar de estar enamorado no era casarme para poder disfrutar de esas mieles, total ya estaba por renunciar cuando se presentó el bendito paseo a la finca de unos tíos suyos.

Nos fuimos un fin de semana para la famosa finca, muy rico, la comida, la piscina, los traguitos, muy amables sus tíos, y en una de esas le digo yo a ella: ¿Por qué no vamos a caminar por los alrededores para conocer? y me dijo listo!.

Nos fuimos por un caminito cogiditos de la mano e íbamos tranquilos cuando en una de las cercas de otra finca yo vi un burro, el problema no era haber visto el burro, sino que el animalito tenía su “pequeño esfero por fuera” jajaja!, y más o menos como a dos metros estaba una burrita, supongo su compañera, y le dije a mi novia de una forma pícara y jocosa: Ay mira el pobre burrito está enfermo, mira lo que se le salió!

Mi novia se acercó más a la valla que separaba el potrero y les cuento quedó hipnotizada! entró como en trance, no podía apartar los ojos de la verga del burro, sus ojos casi se querían salir de las orbitas, yo viendo esto me le coloqué por detrás y empecé a besarle el cuellito, y oh! sorpresa no tuve ninguna resistencia de parte de ella, luego empecé a acariciar su estómago y tampoco dijo nada, y cuando me lancé a sus senos que en tan pocas ocasiones me había dejado coger, sentí sus pezones erectos, y al contrario antes que quitarme las manos, me las apretó más a sus senos.

Lo mejor vino después, yo no sé si fue imaginación mía, pero sentí que el burro se quedó mirándome, y como en solidaridad de género o como casi que sabiendo de mi lucha y mis deseos por hacer mía esa mujer, se dirigió despacio adonde la burrita que estaba con él, y empezó lentamente a restregarle su hocico en el hocico a la burrita, y después a restregarle su hocico por todo el lomo a su compañera, yo a esas alturas ya tenía mi pene a punto de explotar, y mi novia no perdía detalle de los dos burros, le dije: Mira van a hacer el amor, tan lindos!

Cuando dije eso, fue como si el burro se lo hubiera tomado como una orden, se le montó a la burrita, y le empezó a meter semejante monumental verga! Y así mismo con cada vergazo que le daba a la burra, empezó a emitir esos sonidos parecidos a relinchos que emiten los burros.

Yo a esas alturas del partido me lancé, y le metí la mano a mi novia por el interior de la pantalonetica que llevaba puesta y al tocar su vagina, santo dios! Era un completo lago!, ella no me miraba, porque estaba hipnotizada viendo a los burros en su faena, le bajé la pantalonetica, me quite la mía, y por detrás le coloque mi pene en la entrada de su vagina, no dijo nada! solo se arqueó mas para atrás, y ahí supe que era el momento de consumar lo que tanto tiempo había soñado y tantos desvelos y masturbadas me habían costado.

Y coloqué mi pene en su dulce, tierna y jugosa entrada y la penetré!, solo lanzó un quejido de dolor, se quedó quietica un instante, y yo lentamente me empecé a mover en su interior a lo que ella respondió empezando a girar sus caderitas despacio, y ya después fue un cuarteto, nosotros mirando a los burros como tiraban, y nosotros tirando al compás y al unísono con los burros, era alucinante!.

Fue como dirían en el argot taurino "una faena a la limón", jajaja!, porque cada vez que el burro enterraba y sumergía su gigantesca verga en las entrañas de la burra, yo a su vez respondía haciendo lo mismo en las dulces y recién desfloradas entrañas de mi novia, solo en un instante volteé hacia abajo a ver mi pene y vi que estaba manchado de sangre, y dije: huyyyy ¡Moñona!

Nuestro orgasmo fue salvaje, brutal, casi animal, ella en el momento supremo gritó y yo no me quedé atrás, luego de recuperarnos y jadear por bastante rato, nos pusimos las pantalonetas, no nos dijimos nada, solo nos dimos un tierno beso y emprendimos el regreso a la finca, no sin antes yo voltear a mirar al burro y con mis ojos decirle ¡Gracias!

Días después yo pensaba con algo de morbo y risa contenida, lo que no pudieron hacer las serenatas, las flores, los chocolates, los helados y mi capacidad de seducción, lo logró un burro!. jajaja!

Creo que estaba en mora de hacerle este reconocimiento a ese burro, y desde estas líneas aprovecho, y le envió mi gratitud y agradecimiento eterno donde se encuentre a ese compañero providencial y ocasional de lides !Gracias Platero!