Todas las bienamadas son maestras de la vida y el tiempo.

Una quiso enseñarme a bailar salsa.

A nadar.

A sumar, restar, multiplicar y dividir.

Una me enseñó Cibercultura, sus poemas y su sonrisa, pero tenerla era imposible.

La clase no me parecía interesante pero era la excusa para verla.

Me marcaron con mordiscos y arañatazos indelebles, omnipresentes y anacrónicos.

Una y sólo una tiene letras de Pizarnik tatuadas con letra gótica y en francés sobre la superficie del muslo izquierdo.

Y un coño precioso.

Hay una que sólo usa cámaras análogas marca Pentax.

Hay otra que tiene un árbol de cerezo sembrado en la espalda.

Sólo a una la quise tener por siempre.

Otra parece un violoncello.

Algunas fueron sólo sexo y ya.

Sólo por una, matarías.

Una te mostró que la vida es cruel.

Otra te hizo pensar y sentir que es lindo estar vivo.

Una se enamoró de tu primo.

Una fue tu amor platónico en el colegio.

Una llevaba un hijo tuyo en su vientre. (Y lo mató)

A unas, les escribiste canciones.

Varias son sordas.

A algunas les hacés el amor con tu voz de barítono en sus fantasías.

Algunas son perfectamente bellas, pero su presunción las sobrepasa y deforma.

A algunas les llevás 10 años de edad.

Otras podrían ser tu madre.

Unas son lesbianas y te enseñan cómo sentir placer con una bandita de caucho.

Otras tienen novio.

Otras son monjas, como Sierva María de Todos los Ángeles.

Una es deliciosamente negra.

Otra es asiática.

Una bailaba tango.

Otra jazz y tap dance.

Otra tenía los ojos azules.

Otras quieren, pero no pueden.

Todas están locas.

A otras las querés borrar de la memoria, pero no dejar de sentirlas en la piel.

Otras te hacen sentir como en una película donde hacen el amor con vos en un laberinto infinito y oscuro, rodeados de candelabros con velones rojos.

Pocas tienen deliciosa la sangre.

Una fue actriz porno.

Todas están re-locas, todas son tan bellas.

Otras huelen a Jazmín de noche y sólo duran hasta la madrugada.

Algunas son tan tetonas que perdiste tu boca, tus dientes, tus miedos, tu memoria, tu respiración, tu conciencia, tu dolor, tu vergüenza, tus escrúpulos, tus lágrimas, tus manos, tus dedos, tus uñas, tu voz, tu nombre y tu sexo entre su par.

Sólo una fue, es y será tu primera mujer.

Unas te roban el alma, el semen y tus lágrimas, otras te enseñan a llorar.

Una te persiguió con un cuchillo.

Algunas te decepcionan cuando se creen tu mamá y te quieren domesticar, cosificar o amaestrar.

Algunas, aunque no te supieron leer, te tuvieron: como a un libro en su biblioteca.

Otra “era para mí la vida entera, como sol de primavera, mi esperanza y mi pasión”.

Algunas son onda y partícula a la vez.

A ella le cortaste las puntas del cabello y la tinturaste.

Sólo tres te dieron sus besos, cuidados y bebida de sauco con limón y miel cuando estabas resfriado.

Dos te llamaron por teléfono todos los días y a todas horas.

Algunas son música.

Una es prima tuya.

Otra tiene tortugas galápagos nadando en su espalda, fuiste su primer hombre y su último amor.

Sólo una tiene ojos de girasol. Te daba paz verlos.

Sólo una tiene una orquídea salvaje.

Sólo una tiene sistemas solares en su pálida piel.

Algunas te enseñan a hacer el amor, o a follar, o las dos cosas al mismo tiempo.

Enfermeras.

Bartenders.

Fotografvoyeursadoliterataexhibicionista.

Cocineras.

Doctoras.

Ninfómanas.

Mitomanas.

Actrices.

Profesoras.

Buena-vidas.

Musulmanas.

Vendedoras de helado.

Putas.

Cantantes de ópera.

Vendedoras de libros.

Vendedoras de pecesitos.

Cinéfilas.

Ingenieras.

Historiadoras.

Modelos.

Presdigitadoras.

Bacteriólogas.

Marihuaneras empedernidas.

Jefes tuyas.

Una te hizo sangrar, a otra sólo le interesaba tu billetera.

Con pocas viste salir el sol.

Unas tienen piel de luna llena.

Una tenía cabecita de sol y bocas rosaditas.

Otra se parecía a la Venus de Boticelli.

Una me tuvo a mi y a varios de sus pajaritos metidos en una jaulita.

Algún día serás solo para una sola.

Bienamadas.

Bienvenidas.

Bendecidas.

Bienhabidas.

Bienaventuradas.

©Steppenwolf 2018.