Como les conté, iniciar en el mundo del Tantra, la meditación no ha sido un camino sencillo, realmente puedo decirte que sigo siendo una persona cualquiera, que todos los días me esfuerzo por sanarme, perdonar, pedir perdón y agradecer. 

Uno de los primeros ejercicios que realicé fue pedir perdón a tu cuerpo mujer, ese cuerpo hermoso, maravilloso, armonioso, perfecto en su imperfección; y le pedí perdón por irrespetarlo, maltratarlo y violentarlo, jamás fisicamente, sin embargo si mentalmente.

Irrespeté tu cuerpo al morbosearlo sin tu permiso, al tocarlo sin permiso y con afán de coito, al hacerlo salvajamente y vulgarmente, al querer usarte como mi masturbador, una muñeca inflable, lo irrespeté al alejarme de él luego de mi eyaculación. 

Me arrepentí de no haberte mirado lo suficiente, acariciarte lo suficiente, estimularte lo suficiente. 

Pido perdón a tu cuerpo por haberlo dejado con ganas de caricias, por haberlo dejado descubierto mientras yo ya me estaba vistiendo. 

Pedir perdón no es suficiente, por eso mis manos se convierten en el intrumento para darte mi amor, mi respeto y hasta parte de mi vida.