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Me llamo Evelyn actualmente tengo veinticinco años, y este relato es de cuando ya estaba por cumplir los 18, faltando unos meses eso sí. Por aquel año tenía que hacer todos los trámites para entrar a la Universidad, por tal motivo ya comenzando enero, inicie el proceso de postulación y quede en la Ciudad de Iquique (Chile), ciudad con amplias playas y mucho turismo, además de una vida nocturna a todo dar. Así que me dispuse a quedarme en casa de una tía por algunas semanas a fin de dejar todo arreglado para entrar en marzo a clases.
Mi tía Tamara vivía con su esposo y mi prima Yasna, cuando llegue me recibieron muy bien, Vivian cómodamente en una casa muy grande incluso con empleada, me alojaron en mi propia habitación con toda las comodidades que uno quisiera, televisión, baño propio, una cama amplia, gran vista a la playa, así que estaba feliz, lo único que quedaba al fondo de la casa, pero eso no me importaba, mi prima tenía todo el segundo piso solo para ella sola. Lo mejor es que estaba cercana a la universidad y la playa. Los primeros días desde un martes al viernes, la pase en trámites entre la U, bancos y notarias, bastante ajetreada.
Llego mi primer fin de semana, mi prima me invito a la playa, aunque tenía ganas, estaba exhausta de tanto ir y venir por temas de la U, en un principio le dije que sí pero después me arrepentí. Ese día en particular estaba muy caluroso. Eran las cuatro de la tarde y yo estaba tumbada en la cama con un calzoncito de algodón y una camiseta por encima. Todos dormían su siesta excepto yo, o al menos eso era lo que creía. Pensando además de Yasna se había marchado a la playa.
Yo me encontraba inmersa en mi lectura, pero unos sonidos empezaron a rasgar la quietud reinante que yo tenía y no albergué ninguna duda con respecto a la procedencia y el porqué de aquel alboroto que se estaba formando en la habitación de más al centro. Releía una y otra vez el mismo párrafo porque mi cabeza no estaba procesando esa información, sino la de los gemidos y gimoteos que se escuchaban a lo lejos en el silencio de la casa. Animada por mi curiosidad decidí aventurarme y echar un vistazo con el fin de satisfacer el morbo que me había generado. Camine lentamente a pies descalzo sin hacer el menor ruido.
Con sigilo me acerqué y comprobé que la puerta no estaba completamente cerrada, era porque de ese modo se permitía una mejor ventilación al calor reinante, el aire se canalizaba por entre las habitaciones y el calor se mitigaba proporcionando una brisa gratificante.
Cabe mencionar que a esta altura de mi vida había tenido dos pololos (novios) y me había acostado con los dos. A pesar de tener buen sexo, yo creía que ya lo sabía todo en temas de sexo y que a estas alturas ya nada podía sorprenderme, pero me equivoqué rotundamente, lo que vi, y lo que luego viví cambió mi vida y mi forma de pensar de forma drástica.
Mis tíos rondaban los cuarenta por aquella época. Mi tío era un hombre varonil, podría decirse que incluso atractivo. Era delgado y fibroso, con vello en el torso, eso le proporcionaba un sexapil añadido. Mi tía también se conservaba estupendamente. Tenía un cuerpo más que aceptable. NO era completamente delgada pero si armoniosa. Ella se cuidaba con gym y comida saludable. Apenas si en su barriga destacaban unas líneas de estrías provocadas por el embarazo. Su trasero se veía grande y resultaba incluso erótico, hermoso ya que se apreciaba el color blanco de su piel en comparación a su color canela adquirido por los bronceados.
Estando a un costado de la puerta, puse un ojo en el borde con la abertura justa, veía de rodillas en la cama a mi tío aferrado a las nalgas de su esposa mientras las amasaba con firmeza, ella se encontraba delante en posición de cuatro con la cara metida en las almohadas. Era sorprendente como el pasaba la lengua desde la entrada el mismo clítoris hasta la entrada del culo, iba y venía en la misma dirección, saboreaba ese néctar que brotaba de la vagina de mi tía, que ya se veía temblorosa como queriendo alcanzar el orgasmo. Quedando su trasero con sus dos agujeros a la merced de su marido, pudiendo ser penetrado cualquiera, pero él optó por el convencional, aunque como supe después, los dos eran visitados regularmente por aquel enorme trozo de carne que colgaba de entre las piernas de mi tío, alcanzando una erección que jamás imagine conocer. Se lo puso en la mano y comenzó a frotar la cabeza de su VERGA contra la entrada del túnel de mi tía, podía apreciar como el capullo entraba y salía de aquella cavidad vaginal. De un momento a otro su coño lo engulló como si nada. De más está decir que mi rajita hacía aguas, me sentía más que mojada, escurría mis jugos por mis piernas y sin darme cuenta, tenía los dedos patinando sobre mi clítoris que lo presionaba a cada estocada que mi tío le daba a mi tía.
La posición en cuatro que estaba mi tía me excitaba de sobremanera y ver como esa tremenda verga podía caber en esa cavidad. De pronto mi tío se detenía y volvía a meter la lengua dentro del agujero, lamiendo aquel clítoris que se veía hinchado de tanto frotarlo, así mismo lo hacía con sus dedos, le pedía abrir más las piernas de manera de penetrar la mayor cantidad de dedos. Fue en un instante que la lengua ya no solo lamia la entrada vaginal si no también la entrada estrecha, ella paro más el culo, a lo que el tío abrió las nalgas con sus manos quedando totalmente expuesta esa pequeña entrada, era maravilloso ver como la lengua daba círculos alrededor del esfínter así como a lo menos un par de dedos intentaban penetras y traspasar la barrera, que con lo lubricado que estaba no costo trabajo penetrar, un gemido salió de mi tía que seguramente si lo estaba gozando.
Ella no podía más y le pedía que la penetrara fuerte, que ya no aguantaba, que estaba por acabar, así mi tío volvió con su VERGA en la entrada de la conchita, pero esta vez no fue lento ni de refregar, de un envión se lo clavo hasta el fondo. Los ruidos de la cama junto a los gemidos que emitía ella, eran señal inequívoca de que aquel semental le estaba dando duro. La tomaba de las caderas y la acercaba, arremetiendo contra ella. La penetración era más acelerada y fuerte, lograba oír el golpe de sus testículos chocando contra las nalgas. Los movimientos eran cada vez más frenéticos y los suspiros de mi tía alertaban de un orgasmo inminente que no tardó en llegar, abandonándose en un sonoro gemido ahhh ohhh siiiii siii dámelo amor, dámelo, estoy acabando balbuceaba mi tía desplomándose en el lecho.
Mi tío se hizo a un lado, se colocó boca arriba y entonces vi su mástil completamente erecto y en toda su longitud, era magnifico como ella lo tomaba con ambas manos y yo impresionada que aún se veía el grande relucir que no era capaz de agarrarlo entre sus manos, él esperando más atención por parte de mi tía, que desde luego no tardó en engullirlo, propiciándole una mamada de escándalo. Su lengua lo recorría de la base a la punta y al llegar ahí lo tragaba a lo más que pudiera, sin poder tragarlo por completo, luego lo ensalivaba y volvía al rito, entrando y saliendo de su boca. Algo que repitió varias veces.
Mis dedos tenían vida propia deslizándose por mi abertura vaginal y, mientras mi tía engullía la verga de su esposo, entretanto yo disfrutaba de un orgasmo en el que tuve que contenerme, pues un alarido de placer que me hubiese gustado liberar. Al mismo tiempo, el cuñado de mi madre alcanzó el clímax, mientras la hermana se afanaba en tragarse la leche. El exceso se le salía por la comisura de los labios e iba deslizándose por el tronco y entre sus dedos. Me encanto cuando ella lo refregó entre sus bellas tetas, bien redondas y proporcionadas. Luego chupó, relamió y acabó limpiando cualquier resto de semen que hubiese quedado, como si no tuviese que quedar prueba alguna del delito.
Yo volví sigilosamente a mi habitación, cerré despacio y desaparecí de la escena del “crimen”. Solamente se escuchaba la ducha abierta que después de unos instantes reinó el silencio.
Continuara…