
Compartir en:
Parte 3
Para que puedan seguir esta experiencia, por favor leer la primera y la segunda parte de esta historia en Guía Cereza
https://guiacereza.com/experiencias/post/72079/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-0
https://guiacereza.com/experiencias/post/72203/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-2
Por favor lean los capítulos anteriores y envíenme sus comentarios.
El cuarto estaba ya a oscuras. Estábamos echados medio cubiertos solo por una sabana tomando una gaseosa para recuperar el aliento. Yo admiraba sus hermosas y enormes tetas blancas con extensos pezones que todos nuestros conocidos querían poseer. Además de sus atributos Sofía no era una mujer cualquiera. era una intelectual con la que podías hablar casi de todo. Pasábamos largas jornadas conversando.
El sexo era un tópico que conversábamos. Teníamos total confianza. Ella me miró a los ojos y empezó su relato.
Aquí empieza el relato de Sofía ****************
Después que terminamos, me sentía muy mal. Empecé a salir con mis amigas, participaba en tertulias, y me adueñé de las noches.
Conocí mucha gente. Parece que los hombres se mueren por mi delantera. Todos intentaban ligar conmigo. Yo tenía mucha atención masculina, me sentía muy bien y en poco tiempo ya tenía a los lobos detrás de mí. Así que decidí aprovecharme de eso.
Recuerdo que había un compañero de estudios que siempre me buscaba, ¿te acuerdas de Juan? (Asentí) Yo le tenía muchas ganas, mas no acepté porque estaba contigo. Así que ahora lo llamé yo. Fuimos a tomar un café, e inmediatamente me tomó de la mano y me pidió ir a un hotel. Apenas entramos al cuarto, él se abalanzó sobre mí. Me besó me estrujó las tetas como si estuviera poseído. Yo lo había deseado en secreto y ahora se me iba a hacer. El siguió lamiendo mis tetas, mis pezones. Yo estaba deseosa de recibirlo entre mis piernas. Bajó mi pantalón y mi calzón y metió sus manos. Habrá entendido el mensaje porque yo estaba totalmente mojada. Se bajó el pantalón y me penetró. Yo no sentí más que un pequeño cosquilleo. Pensé que no se le había parado así que me dispuse a ayudarlo con mis manos. Entonces, toqué y toqué y no encontré nada. Era muy chiquito, lo cual me provocó una risotada (“Qué mala eres, eso no debiste hacer”, le dije). Pero que podía hacer, es lo único que se me ocurrió… Qué decepción, tanto me perseguía para eso. Yo me había hecho ilusiones. Lo dejé y me fui a mi casa. No me quedó más remedio que satisfacerme a mí misma.
- ¿Entonces, de quién aprendiste todo lo nuevo? – Pregunté.
No fue de él por supuesto. Mi búsqueda continuaba (¿Búsqueda?). Dos días después salí de campamento a la playa con la gente del trabajo. Yo noté que había un hombre mayor de unos 45 años que siempre me paraba para conversar en los pasillos. Supe que él iba a ir por eso fui. Una se da cuenta de esas cosas. En el viaje noté que el tipo se pegó a mí, se sentó a mi lado y me hizo la conversa. Armamos las carpas y encendimos el fuego. Con el frío nos acercamos unos a otros y se armaron las parejitas. El tipo se pegó a mí y me ofreció cobijo en su manta. Me abrazó y me apretó hacia él. Yo no decía nada así que avanzó hacia mis tetas. Apretó mis tetas con fruición, y luego exploró mi entrepierna. Parecía un pulpo, continuaba acariciándome hasta que decidimos ir a dormir.
Por supuesto que mi amiga Michelle se dio cuenta de lo que pasaba y me cedió la carpa. Ella se quedó con su esposo junto al fuego. Los demás se fueron a la otra carpa. Una vez dentro, el hombre me besó con fuerza y me apretó hacia él. Noté su fuerza. Para no tener otra decepción toqué su miembro y me gustó. Tenía un tamaño decente, esta vez si iba a disfrutar. Me monté encima de él, lo besé y lamí su pecho. Tenía músculos bien definidos y mucho bello. Eso me excitó mucho.
Abrí su pantalón y saltó un miembro hermoso, lo empecé a mamar. Metí su glande en mi boca y creció y creció … se puso muy rico, ya pensé en lo que iba a disfrutar y me empecé a mojar. Ya su verga estaba dura y linda para mí. La carpa no tenía mucho espacio, así que inmediatamente me volteó en posición perrito y me introdujo su miembro. No le fue fácil entrar porque estaba muy excitado, pero poco a poco estuvo todo dentro de mí.
Empezó a bombear con fuerza. Que rico se sentía, veía mis tetas balancearse al ritmo de sus embestidas. Sentía sus huevos cargados golpeándome y me mojé más. Seguía dándome con fuerza, mi cabeza se balanceaba a su ritmo. ¡Qué hombre me había conseguido! Me vino un orgasmo y me temblaron mis piernas, caí desfallecida. Él se tiró sobre mí y me metió un dedo por el ano, me gustó, pero le dije que no me penetrara por allí, que continuara en mi vagina. Me obedeció.
Continuó tirándome por mucho rato, ese hombre tenía una resistencia increíble. Finalmente tuve otro orgasmo, apreté mi vagina y lo hice venir a él también. Ufff, un montón de leche entró en mi cuerpo. No usaba condón porque yo estaba en programa de anticonceptivos. Sentí su pesó en mi espalda y me besó. Era un hombre increíble, era el premio y lo tenía para mí sola ese fin de semana. Sabía que ese hombre era casado así que solo lo tenía dos días para mí y los iba a aprovechar. Y lo hice. No me despegaba de él. Apenas estábamos solos nos metíamos en la carpa y nos dábamos duro. Recibí su leche tres veces más. Una en mi boca, otra en mi vagina y la última se vino en mis tetas. No qué tienen los hombres que les gusta meter su verga entre mis tetas y se alocan por acabar sobre ellas. En fin, fue un gran fin de semana.
- Y seguiste con él – le interrumpí.
- No, ya no, es casado, no me gusta ponerle los cuernos a otra.
- ¿Y no es lo qué hiciste en la playa? – le pregunté.
- Fue solo un momento. Solo sexo casual y me estaba gustando mucho y tenía una fila de voluntarios.
- ¿Tuviste más experiencias?
- Calma, calma, estamos separados 4 meses. Eso me paso solamente la primera semana – puso una cara de excitación y tocó mi entrepierna.
- ¡Woww! Entonces viene mucho más – le dije.
- Veo que quieres escuchar y que eso te excita. ¿Saber que otros han gozado de tu mujercita te excita? – dijo mientras sobaba mi miembro que ya lucía una total erección.
- No eres mi mujercita, eres mi ex – afirmé.
- ¿Estás seguro? Yo creo que me extrañas y que quieres volver conmigo de lo contrario no me hubieses llamado – empezó a sobar mi tronco y repasar sus dedos por mi glande.
- Te has transformado, eres toda una putita. Sigue contándome tus aventuras – apretó mi pene y luego continuó con su relato.
Continuará…