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Para entonces Sofía había terminado conmigo, pero tuvimos algunos encuentros. Esos encuentros y las intimidades de Sofía es lo que estoy relatando en estas entregas, “Esposa Infiel Fantasía Pre Matrimonial”.
Para que puedan seguir esta experiencia, por favor leer los capítulos previos de esta historia en Guía Cereza:
https://guiacereza.com/experiencias/post/72079/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-0
https://guiacereza.com/experiencias/post/72203/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-2
https://guiacereza.com/experiencias/post/72235/esposa-infiel-fantasia-pre-matrimonial-realizada-3
Por favor envíenme sus comentarios.
Continúa el relato de Sofía. Son sus encuentros íntimos mientras había terminado conmigo.
¿Te acuerdas de mi amiga Michelle? Todos en la universidad andaban detrás de ella. Tiene un cuerpo muy bonito. Además, tú sabes que Michelle ha tenido mucho sexo casual antes de casarse. Conoció a Juanjo en su trabajo, se enamoró, se casó y ahora tienen un hijo. Ella dice que Juanjo, como buen moreno, la tiene muy grande y eso a ella le gusta. Diría que a todas las mujeres nos gusta. Pero Juanjo tiene un problema, resiste un montón y cuando eyacula su pene sigue duro, no se le baja. Michelle dice que goza mucho, pero a veces se cansa porque no la deja dormir. Me comentó que han ido al médico, y con un tratamiento ha mejorado, pero ella todavía necesita aliviarlo por largos períodos. A él le gusta el sexo anal y le gusta echarle su leche en la cara de ella.
Michelle no es celosa y hace algún tiempo me insinuó si le podía ayudar. Le pregunté a que se refería, y me dijo que si en algún momento me podía acostar con Juanjo para que ella tenga un poco de descanso. Yo me extrañé por eso y le pregunté si estaba hablando en serio. Me dijo que sí, que somos buenas amigas y que no iba a haber celos, además yo le gustaba a Juanjo, quería tocar mis tetas y mi culo. Michelle es una mujer espectacular y siempre tuvo hombres a su disposición, pero este Juanjo no le daba respiro. En esos días estaba contigo y no le di respuesta.
Apenas se enteró que habíamos terminado, ella me reiteró el pedido. Yo no le di respuesta. Después de ese fin de semana con el hombre maduro, ella se enteró y me buscó. Me dijo, “Ya sé que estas activa (sexualmente) en el mercado ¿me puedes ayudar?”, y esta vez sí le acepté, ella era mi mejor amiga. Me comentó que estaba agotada de haberlo atendido todo el domingo, así que organizó la reunión para el martes pues Juanjo iba a viajar el miércoles. Yo estaba ansiosa pues Juanjo siempre fue muy atento conmigo y además quería probar su herramienta, y por supuesto demostrar nuestra sisterhood… haría cualquier cosa por una amiga en apuros ja, ja, ja.
Ese miércoles cenamos en su casa y luego pasamos a ver TV en el sillón. En un momento, Michelle desapareció y apagó las luces. Me había dado chance. Estábamos viendo una película de terror y aproveché en acurrucarme al lado de Juanjo. Yo sabía a lo que iba así que puse manos a la obra. Toqué su entrepierna y sentí un miembro grandísimo. Empecé a sobar y creció. Se puso duro. Ya me imaginaba como sería tenerlo entre mis tetas, mis piernas, en la boca. Empecé a mojarme. No sabía que más hacer. ¿Michelle nos estaría mirando?
Bajé su pantalón y saqué su herramienta. ¡Wowww! era grandísimo, casi del largo de mi antebrazo y con las justas podía rodearlo con mi mano. Todavía no estaba duro así que me lo metí a la boca y con mi lengua conseguí su dureza. Creció a su máximo, yo seguía lamiendo y succionando su glande. Era una delicia. Juanjo me pidió depositar su verga entre mis tetas, como a ti te gusta hacerlo. Acepté con una sonrisa. Empezó a coger mis tetas, yo las aprisionaba y las apretaba alrededor de su verga. ¡Wowww!, mis tetas eran exactas para su medida. Mis tetas si podían rodear esa tremenda tranca.
Él se dedicó a coger y coger. La vista era excitante, toda mujer tiene que probar algo así. Su hermoso pene negro se deleitaba atrapado entre mis blancas tetas, Cada vez que empujaba, su glande me llegaba hasta la boca, aproveché y me dediqué a dar lengüetazos. Era tan grande, ya la quería tener dentro de mi vagina. Juanjo me volteó en perrito y empezó a meter su verga. Primero lo frotó por mis labios suavemente, lo cual me volvió loca, de seguro Michelle le había informado de eso. Yo ya estaba rezumando fuertemente, lo cual lo notó Juanjo y me incrustó su herramienta. Sentí un fierro caliente penetrando mi vagina, me vine inmediatamente con un grito. Juanjo continuó introduciendo su miembro hasta que su vello púbico tocó mis nalgas. Era una delicia tener tremenda tranca dentro de mí, y además saber que le estaba poniendo los cuernos a mi amiga. Tal vez ella estaba mirando desde algún rincón. Saber eso me causaba excitación extrema. Me vine otra vez.
Juanjo seguía el mete y saca haciéndome venir dos veces más. Yo estaba en estado de constante deleite, pero me sentía cansada. Una hora, yo me había venido cuatro veces y él nada. Entendí porque Michelle estaba dispuesta a prestarme a su esposo. Entonces apelé a mi mejor arma, mi boca. Me solté y atrapé su verga con mis manos. Metí su glande en mi boca y friccioné el frenillo de su glande con la punta de mi lengua. Eso jamás me falló contigo, pero con él no tenía el mismo efecto. La continua gota labra la piedra, así que seguí con mi tarea, Poco a poco se estremeció y fui venciendo. Sentí las palpitaciones de su verga. Sus huevos estaban hinchados, su glande creció dentro de mi boca. Luego, con un espasmo se vino. Me tomé toda su leche. Era espesa y abundante. La primera semana lejos de ti ya había estado con tres hombres. Solo uno me falló, pero los otros dos dieron la talla. No siento nada por ninguno de ellos, solo te amo a ti, sin embargo, me estaba gustando y planeaba tener muchos más.
- Sabes que yo siempre pensé que algún día te lo ibas a tirar a Juanjo – le interrumpí.
- ¿Cómo dices eso? – preguntó Sofía.
- Esa historia de que no se le baja ya me la habías contado antes. Y creo que la propuesta de tu amiga también. Y sabía que en algún break que tuviésemos tu ibas a hacerlo.
- ¿De donde sacas eso? – Me miró extrañada.
- Recuerdo que una vez te pregunté si lo que te contaba Michelle te incitaba a estar con su esposo. Tú me contestaste que Juanjo era lindo, que escribía muy bonito y te trataba muy bien. Si no quisieras nada habrías dicho, “eso no es para mí amor, va contra mis principios” pero dijiste lo otro. Empezaste a verle el lado bueno al asunto. Recuerdo que también me dijiste, “si nadie es ofendido no había porque preocuparse”. Yo no te respondí.
- No me respondiste porque tenías la verga parada. Yo también me acuerdo de que te lo conté y vi que tenías una erección. Así que me dediqué a ponerla dura para mí. En fin.
Ella continuó con su relato.
Fui al baño y vi que en el cuarto de al lado estaba Michelle atendiendo a su hijo. “Ya terminé”, le dije. “¿Qué?, todavía tienes que seguir”, me dijo. “¿Cómo seguir?”, espeté. “¿Acaso crees que Juanjo ya ha terminado?, el necesita eyacular tres veces como mínimo. Además, tiene que visitar tu culito, siempre te lo dije”, me increpó. “¿Cómo? Ya estoy cansada y con esa tranca me partirá los esfínteres”, le dije. “Amiga, ayúdame por favor… Por lo que he oído, tú no la estás pasando nada mal. Todo lo contrario, estás teniendo el día de tu vida. Unas horas más y se acaba para ti, pero para mí continúa lo mismo cada dos días y no quiero que se vaya por allí a que otra lo ordeñe, es mejor que quede entre nosotras”, me rogó.
Me bañé y me preparé mentalmente para el resto de la faena.
Juanjo estaba echado, todavía mantenía su erección. Me acerqué y le di un beso. Él me correspondió. Me metió su lengua que era tan larga como su pene. Me encendí, me mojé y ya lo necesitaba dentro de mí. Juanjo me tiró a su lado y empezó a lamer mis pezones que ya estaban duros como piedras. Me comió las tetas, las mordió. Me dejó moretones, lo cual me gustó mucho, pues está marcando su territorio. Hasta que llegó a mi vagina. Esa lengua me penetraba tanto y sabía dónde explorar que me hizo venir inmediatamente. Él se tomó toda mi corrida, lo saboreó y me besó. Sentía dulce mis propios jugos.
Me besó, me abrazó y pegó su pelvis. Sin darme cuenta ya estaba entrando en mí. Su enorme miembro se abría paso por mis labios y ensanchaba mi vulva. Sentía llenura, sentía placer. Lo miré a los ojos y vi deseo, vi pasión, lujuria. Yo también sentía lo mismo. El seguía dándome placer, penetrando hasta lo más recóndito de mi ser. Estaba tan rico, tan rico.. me vine otra vez. Y yo pensaba que solo sería esa noche… o es que mi amiga me iba a pedir repetir otra vez.
Juanjo se salió de mí y me volteó en perrito. Mis nalgas deben haberlo impresionado que me dio varias cachetadas que yo agradecí pues me pusieron más cachonda. Movía mi colita como invitándolo a entrar. De un solo golpe entró todo en mí haciéndome dar un grito terrible. Supongo que Michelle debió oír ese grito pues escuché su voz. Pero igual seguía concentrada en lo mío. Empezó a darme duro, su pene estaba como roca y me martillaba sin piedad. Yo me entregué totalmente al placer y empecé a gemir más fuerte sin importar que alguien pueda oírme. Mis jugos salían copiosamente y el placer aumentaba Perdí el sentido y en un momento me vine y caí desfallecida.
Juanjo se echó sobre mí, su pene durísimo seguía en mi vulva y me besó en la mejilla. “Gracias”, dijo. Yo sonreí, volteé mi rostro y lo besé. Su pene creció más. Lo sentí más ancho y más largo que nunca. Con pena noté que él se salió de mí. Pero no por mucho tiempo. Empezó a sacar los jugos de mi vagina y los untó en mi culo. Mi precioso agujerito anal era su objetivo. Y ya lo tenía bien lubricado.
Puso su verga en mi agujerito y empezó a presionar. Su glande era demasiado grande y no me estaba dando ningún placer. Me dolía. Él se dio cuenta. Me cacheteó las nalgas. “ahora vas a ser completamente mía… aguanta preciosa y te voy a hacer gozar como puta”. Me besó con lengua… todo eso me puso a mil y me hizo relajar mis esfínteres. Su glande se abrió paso, causándome gran dolor. Pero yo estaba encendida y lo acepté, abrí más mis nalgas y aguanté su embestida. Se movió lento, poco a poco. Echó más jugos de mi vulva y entró un poquito más. Después de un tiempo, noté que su pelvis golpeaba contra mis nalgas. Sus huevos se balanceaban tocando mis piernas. “Ufff”, me sentí toda una putita, tragándome toda esa verga, inmensa. Mi cerebro empezó a trabajar perdiendo todo el sentido común. I goce sexual era pleno.
Una vez que había tomado mi culo, Juanjo empezó a revelar su verdadera naturaleza lujuriosa. No me dio tregua. Empezó el mete y saca. Yo gritaba de dolor, pero a él no le importaba. Empezó a azotar mis nalgas con sus dos manos. Ya estaban rojas y el seguía azotándome. Seguía con su mete y saca sin compasión. “Sofía, ahora eres mi puta , soy tu dueño totalmente. Soy el dueño de tu culo y te lo voy a demostrar”. Me atacó con fuerza como un salvaje, entrando y saliendo con rapidez y violencia. El dolor cedió, y empezó el placer. Se sentía tan rico. Me vine de tan solo de saber la tremenda tranca que se estaba comiendo mi culo. Mis jugos se esparcieron en el sillón. Él no se detuvo nunca, siguió atacándome con violencia. Para ese momento, mi agujerito ya se había acostumbrado a su miembro y todo era puro placer.
Empezó a sacar su miembro completamente y luego meterlo con fuerza. El sentir su hinchado glande entrar de nuevo en mi ano era una delicia. Empecé con los gritos de placer. Él no se venía, pero yo me vine otra vez. Estaba exhausta, pero Juanjo no disminuía su ritmo. En un instante lo sacó y luego me lo metió en la vagina. “Maquinita de coser”, dijo. Y así empezó a darme alternando por mis dos agujeros. Me vine fuerte y atrapé su pene en mi vagina. Lo exprimí, pero él no se dejó. Lo sacó y me lo introdujo en el ano. Nuevamente empezó a follar con fuerza hasta que su pene se hinchó más de lo habitual. Yo me solté y me arrodillé frente a él. Tomé su enorme herramienta con mi boca y lo masajeé con mis manos. Hasta que por fin se vino. Su leche entró en mi boca y fue a parar directo a través de mi garganta. Tomé todo lo que pude y lo que no, cayó sobre mis tetas.
¡Qué delicia de polvo! Estaba satisfecha, rendida, exhausta. No podía mover ni un dedo. Juanjo se echó sobre mí. Nos abrazamos. Nos besamos. Noté que su miembro seguía erecto. Él empezó a moverse sensualmente tocando mi vagina.
Continuará...