Guía Cereza
por: masterturgon Publicado hace 10 meses Categoría: Tríos 2K Vistas
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El 7 de diciembre, día de las velitas, el concejo de la unidad convoco a un evento "familiar" para promover la unión y la convivencia en la unidad, íbamos a hacer natilla y buñuelos para todos. Ya saben cómo es diciembre en Medellín, la cuestión se salió de control y se terminó armando tremenda rumba, ni se dé dónde fue saliendo tanto licor.


Un par de vecinos, bastante mayores que yo no me quitan la mirada de encima mientras bailaba reggaetón con mis amigos. Ella se le sentaba en las piernas y se besaban mientras le acariciaba los muslos y se los agarraba morbosamente con fuerza cuando ella se acercaba a su oído y le decía cosas en secreto mientras me miraban con morbo.


No puede evitar calentarme con esas miradas, la verdad es que me gustaba ser la musa de sus perversiones y más les daba de que hablar perreando hasta abajo y parando las nalgas, imaginando todo tipo de porquerías que se decían al oído.


Ella se levanta a coger natilla y buñuelos en un plato, yo me hice detrás para seguir la fila, quería verla de cerca. Una trigueña un medio de sus treintas con el cabello regado por sus hombros un delicioso y profundo escote, una nalgas redonditas y paraditas y un delicioso perfume que me provocaba probarla a mordiscos.


Justo cuando al fin llegamos donde las doñas que servían, me quejo porque se acabaron los buñuelos, ella voltea a verme y se sorprende al verme detrás. Me quedó mirando sus platos como perro en vela y ella se ríe.


- ¿Podes creer que sea tan de malas? --le busco conversa--

- Te gustan mucho los buñuelos

- ¿Claro a quien no?

- Eso es verdad

- Tengo un hambre del demonio ¿me regalarías uno?

- Los dos, pero si te tomas unos guaritos con nosotros

​​​​​​​- Hagale, de una


Después de unos cuantos brindis y ver que los tres nos entendíamos no tardaron en mostrar todas sus cartas y de forma bastante directa me pidieron que los acompañara a su apartamento por otra botella de aguardiente que tenían sin destapar.


Entre el bullicio y el descuido de los demás nos fuimos a su bloque, tomamos el ascensor hasta el penthouse y guardamos la compostura. Una vez cerramos la puerta, ella puso música, bajo la intensidad de las luces, se sirvió un guaro triple y se lo bogo sin siquiera hacer caras, se sentó en el sofa y cruzo las piernas con un sensual carrizo.


- ¿Acaso necesitas una invitación formal?

- No, solo quería estar segura de entender lo que pensaba


Estaba totalmente consciente de que me iban era a pegar tremenda culiada, aun no sabía si me iban a compartir entre los dos o si solo él, pero fuera lo que fuera me lo iba disfrutar al máximo, no todos los días aparecen oportunidades como estas.


- Pues sí, es claro a que viniste, sino no habría aceptado subir ¿o me equivoco?

- Para nada


Me rumbee al man dándole un delicioso beso, él me apretó de las nalgas y lo recibió mordiéndome el labio inferior y luego metiéndome la boca en la lengua buscando la mía.


Me separé, para jugar un poco más con ellos. De espadas le bailé rayadito, muy tentadoramente le refregaba mi trasero contra su miembro hasta que pude sentir su erección. Me tomo de la cintura, agarrando mis brazos con fuerza y empujo su miembro entre mis nalgas, me mordió el cuello hasta dejarlo con marcas y me chupo el lóbulo diciéndome todo lo que me quería hacer mientras su esposa nos veía.


Ella atenta y claramente excitada no nos quitaba la mirada de encima, se acariciaba las piernas y pasaba los dedos por su escote hasta que sus pezones se marcaron por encima de la tela. 


Me di la vuelta, haciéndome de rodillas, le bajé el cierre y dejé caer sus pantalones hasta las rodillas. Una gran y circuncidado miembro se revelo ante mí, coloqué una mano en la basé y otra más arriba, lo miraba y me pasaba la lengua alrededor de la boca y con movimientos en círculos logré la consistencia y dureza necesaria.


Me atragante como una perra hambrienta con su glande, lo chupe, bese y mordisquee. Afortunadamente, él coloco sus manos a la espalda para que prosiguiera y no interrumpir, porque no me gusta que me agarren de la cabeza cuando lo mamo.


Le chupe desde las bolas hasta la punta, de arriba a abajo, de un lado a otro, le chupe solo el glande y también me atragante con su longitud hasta donde pude, lo escupí y masturbe, luego volví a tragármelo de forma salvaje. Se erección estaba completa y su lujuria a tope.


Mi sexo ardía por dentro, necesitaba su daga ardiente en mi interior. Me levante y di la vuelta, me arranque la ropa mirándola a ella, desnuda me incline hacia adelante en uno de los muebles, apoyé mis manos en los reposabrazos y con mis senos al aire la miré con picardía, separé mis piernas mostrándole el camino a seguir y sentí su presencia detrás de mí.


El sonido del envoltorio de un condón rasgarse y segundos después como me clavaba atravesándome con su lanza. Que morbo me daba ser vista mientras su esposo me follaba, nosotras no nos quitábamos la mirada de encima, como un juego de quién pudiera mantenerla por más tiempo y de no haber sido por las bestiales embestidas que me estaba dando su esposo, seguro le habría ganado.


Ella se empezó a desvestir con mucha calma, quedando en una exquisita ropa interior con encaje y transparencias que la hacía ver como una prostituta de alta gama. Su figura, envidiable para su edad, se notaba que no descuidaba sus rutinas de ejercicio.


Separó sus piernas, se acarició los muslos y se tocó con sutileza sobre la ropa interior. Metió dos de sus dedos en la boca y los mamo con destreza llenándolos de saliva, se corrió la tanga a un lado y empezó a jugar deliciosamente con su sex, provocando que el rozar de la tela contra el mío se convirtiera en algo placentero.


No pronunciaba palabra o sonido, solo me miraba fijo a los ojos y cuando mis ojos se perdían en sus cuencas o se me escapaba un leve gemido se daba una palmada enrojeciendo su zona intima.


Abrió sus piernas de par en par, colocando los muslos sobre los reposabrazos, sus labios hinchados se abrieron al pasar de sus dedos y con dos de ellos se penetraba con fuerza.


Estrujaba sus senos, se pellizcaba los pezones y su humedad goteaba humedeciendo la tela y con esa misma humedad empezó a juguetear con su dedo meñique en su trasero y cuando metió la falange gemí delatándome como una idiota. Su esposo me abrió las nalgas, escupió guarramente en medio de ellas y al jugar con su pulgar mis manos perdieron la fuerza y no pude contener mí orgasmo.


Sabía que ella se acercaba a mí por el sonido de sus tacones al caminar, me levanto la cara con su mano desde el mentón y me corrió con delicadeza el cabello. Se acercó lentamente a mi boca, yo la abrí esperando su beso, pero se detuvo a centímetros y se rio con maldad.


- Llévala a la cama, se lo ha ganado


Él me cargo, entre sus brazos como si haber soltado ese orgasmo hubiera hecho que mi cuerpo pesara como una pluma. Al llegar a la cama me tiro como una cosa, reboté en el colchón. Se acostó boca arriba con su gran erección y las manos detrás de la cabeza.


Su esposa se montó por la cama como una felina y se lo mamo con gran destreza y se lo mamo, deleitándose con el sabor de mi orgasmo a través de su longitud, reía dichosa de placer, se notaba que eso encendía sus perversiones, algo que seguramente no hacían por primera vez.


Tomo el miembro con su mano y lo apretó con fuerza hasta que se le marcaron todas las venas y su glande cambio de color. Me invitó con su mirada y de un solo salto me monté encima y caí ensartada, sentí como si me hubiera entrado hasta los pulmones, pero poco me importó.


Ella se acomodó detrás y lo empezó a mirar, por encima de mis hombros, ya me soñaba con sus besos y sus caricias, siempre estaba cerca, casi a milímetros, pero sin tocarme.


Le pidió las manos a su esposo y las guio por todo mi cuerpo, haciendo con sus manos todo lo que yo deseaba que hiciera ella. Termine inclinada hacia adelante, con uno de mis senos en su boca, su mano en mis caderas separando mis nalgas y uno de sus dedos en mi trasero.


Cada que una de sus falanges amagaba con meterse dentro volteaba a mirarla, su cara era tan pervertida que mis ojos se perdían en sus cuencas y los gemidos salían sin ser llamados.


Se metió entre sus piernas muy cerca de nosotros, viendo en primer plano como su miembro entraba y salía de mi sexo, como sus dedos hacían maravillas en mi trasero. Tomaba su miembro, lo sacaba le daba una buena mamada y yo aprovechaba para refregar mi trasero en su nariz, lo regresaba a mí y lo cabalgaba como una demente.


Así lo hicimos por un par de veces, hasta que cuando lo fue a meter no me aguanté, coloqué mi mano detrás de su cabeza y la empuje hacia mí. Alcancé a escuchar cómo se reía con maldad mientras que movía su lengua en círculos y luego la apuntalaba, penetrando mi interior.


Su esposo le separaba mis nalgas para que se pudiera meter más adentro, apretaba mis senos con fuerza y mordisqueaba los pezones como si quisiera arrancarlos. Gritaba y gemía como una demente, hasta que no pude más y exploté de placer.


En vez de soltarme o dejarme descansar atacaron con todo su arsenal, él me tomo de las muñecas, movía su pelvis tan rápido que mi cuerpo parecía suspendido en el aire mientras que me penetraba una y otra y otra y otra vez. Al mismo tiempo que ella me separaba las nalgas y castigaba mi trasero con su rigida lengua.


Pedía y suplicaba que se detuvieran, creía que lo estaba pronunciando, pero era algo que solo repetía en mi cabeza porque estaba tan llevada de placer que las palabras no me salían.


Ella se acercó por mi espalda, su rostro quedó al lado del mío y sentí entre mis nalgas una protuberancia fría que amenazaba entrar. Miré hacía abajo y noté que llevaba puesto un arnés con un dildo. Ni siquiera sé en qué momento se lo vistió, pero al ver su cara de perversión, no pude más que apoyar mis manos hacia adelante, encima de los hombros de su esposo, dispuesta a todo.


- ¿Puedo? --preguntó con amabilidad--


No era la primera vez que iba a tener sexo anal, pero si la primera vez que me iban a penetrar dos personas al mismo tiempo y mi libido se fue a los cielos.


- Haga lo que quiera


Sentí un dolor intenso cuando empujo el dildo lleno de lubricando, se abrió paso por mi agujero más estrecho, mis ojos se cerraban solos y me mordía la boca para no gritar. Pude voltear a ver una última vez y ahí estaba fallándome con la brusquedad de un macho, pero la belleza de su cuerpo femenino.


Sus pezones erectos rayaban y chocaban contra mi espalda, me gustaba la sensación cuando se apretaban contra mí. Sus manos pasaron hasta mis senos, los amasaba en dirección a su esposo, quien los atrapaba cons su boca, mientras que ella desangraba mi cuello dejando marcas que iban a durar días.


Me tomo en sus labios, al fin, hurgo con su lengua en cada rincon de mi boca y mi legua aceptó bailar sin discutir. Su esposo al ver tal espectáculo no aguanto más, clavo sus dientes en mi seno y sentí como su miembro explotaba y se hinchaba dentro de mí, me encorvé de placer y ella rio de forma maldadosa, mi último orgasmo le hizo compañía.


Caí destruida sobre su pecho, mi sexo y mi trasero palpitaban como si no fuera suficiente, como si quisiera que ese placer se prolongara toda la noche, me toco apretarme con ambas manos la entrepierna para tratar de calmar la sensación de calambre.


Ella se reía de mí, mientras le quitaba el condón, escurría el contenido sobre su mimbro y degustaba como si fuera un manjar la recompensa, mamando su flácida pero aun portentosa erección hasta que finalmente su miembro perdió toda fortaleza.


Se acostó a su lado le dio un beso y le dibujaba figuritas cariñosas en el pecho. Sin importar lo cansada que me sentía, sabía que ya habían logrado su objetivo y como buena extraña sobraba. 


Con las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté y busqué mi ropa, apenas estuve vestida, ella me acompaño a la puerta exhibiendo su amenazante dildo hacia mí.


- Nunca te pregunté como te llamabas

- ¿Acaso importa?

- Si --me extendió su teléfono-- tal vez, puede, que tal vez te necesite para ir a una finca el fin de semana del 24


No pude evitar que se dibujara una sonrisa en la cara, la ilusión de compartir todo un fin de semana con ese morboso par no era algo para menospreciar. Escribí mi nombre y número de teléfono y se lo regresé robándole un morboso beso con lengua.


- Entonces, recuerda llevar dos de estos --golpeando el dildo para que rebotara--

- Me gusta como piensas


---


La llamada eventualmente llegó, una invitación que no pude rechazar. Una finca no muy grande, pero si bastante lujosa y privada, en la cual pase la mayor parte del tiempo sin ropa y no precisamente por andar metidos en la piscina o recibiendo el sol... pero esa, es otra historia.

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🍒 Pregunta Cereza

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2 Comentarios

Qué delicia estoy completamente mojado.mi verga esta a reventar

hace 10 meses

Delicioso... excitante... Gracias!!!

hace 10 meses

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